'El nacionalismo se ha apropiado del euskera de forma indebida'
Hace ya 30 años que Luis Haranburu Altuna (Alegia, 1947) inició su aventura literaria como escritor y editor en el País Vasco. Desde entonces ha tocado los más variados géneros literarios, desde el teatro a los relatos o la novela, con títulos como Itsasoak ez du esperantzarik; Caritate, Zera y Auskalo Luk. Ahora publica Kandido edo Euskadi independientearen ukronia (Hiria), una novela en la que caricaturiza 'los planteamientos del nacionalismo vasco', los lleva hasta el extremo y advierte del 'desastre al que pueden conducir'.
Pregunta. ¿Ha escrito una novela política?
Respuesta. No sé si he escrito una novela política, pero sí que he escrito sobre política. En este libro se encara la realidad actual, se habla del Pacto de Lizarra... He tenido que inventar muy poco para plantear un escenario congruente con lo que está pasando: el referéndum, la independencia y nacimiento de un país llamado Euzko, y todos los problemas que se derivan de ahí, como la expulsión de Europa y las consecuencias económicas, sociales o culturales que convierten al país en una especie de isla.
P. Desde el primer momento, desde el nacimiento de Kandido, su protagonista, en las campas de Salburua, plantea una caricatura.
R. La novela, efectivamente, es una caricatura, que tiene un cierto efecto didáctico. Yo busco, de alguna forma, fustigar y decir: 'Ojo, a dónde vamos, esto nos puede llevar al desastre'. Me he inspirado en el modelo literario que creó Voltaire y empleó después Sciascia para realizar una crítica de sus sociedades. Yo he pretendido hacer lo mismo con los excesos nada democráticos de la utopía nacionalista.
P. ¿Cuál cree que es el fundamental?
R. Hay uno de raíz: el sentimiento patrimonial sobre las instituciones vascas, y sobre la cultura. Conciben la nación como un patrimonio y eso les lleva a otro tipo de desviaciones en el uso del poder, el de la cultura y uno que me duele mucho como escritor euskaldún: la apropiación indebida que ha cometido con respecto al euskera.
P. ¿Cree que sin ellos el euskera gozaría de la misma salud?
R. No lo sé. Es una pregunta que me hago con frecuencia, pero lo que es incuestionable es que el euskera tiene un poder intrínseco para sobrevivir a toda una serie de factores exteriores que lo zarandean. Hoy creo que sufre un exceso de protección que, de alguna forma, se está ahogando lo que es el germen de la lengua, su frescura.
P. En su novela esboza un paisaje nada halagüeño de la independencia. ¿Es el Euzko al que cree que se puede llegar en un futuro?
R. He escrito la contraimagen; es como no quisiera que fuera.
P. Usted plantea la alternativa del exilio. ¿La tomaría en tal caso?
R. No lo sé, pero es una de las posibles.
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