Ideas mortales
Desde que Olof Palme fuera abatido a tiros por un desconocido en las calles de Estocolmo, ningún político europeo había muerto asesinado. El asesinato ayer en un estudio de radio de Pim Fortuyn, líder de la extrema derecha holandesa, es un acontecimiento (...) con repercusiones desconocidas para los holandeses, (...) y como ha dicho Ad Melker, el líder del gobernante Partido Socialdemócrata (PVDA), 'la democracia holandesa ha perdido su inocencia'.
Este asesinato es aún más espantoso porque ha tenido lugar en un país tan tolerante, civilizado y juicioso como Holanda. Pim Fortuyn era una extraña y poco convencional figura, que desafió muchas creencias y actitudes profundamente asentadas. (...) Nadie puede decir que no fuera un demócrata, a pesar de su hostilidad hacia la inmigración y en particular hacia los inmigrantes musulmanes. (...) Fortuyn insistía en que le disgustaban los inmigrantes porque ellos mismos eran intolerantes. (...)
Muchos holandeses sentían que sus puntos de vista eran chocantes, inaceptables y un desafío inquietante. (...) No hay ninguna prueba de que fuera antisemita, chovinista u hostil contra el Estado del bienestar. (...)
Un asesinato raramente mata una idea: Pim Fortuyn se convertirá en un mártir ante los ojos de quienes compartieron sus preocupaciones sobre la inmigración. (...) Su muerte convertirá la inmigración y la identidad holandesa en una mezcla explosiva durante los próximos nueve días. (...) Sus asesinos han matado la tolerancia y el debate civilizado y proyectan una sombra sobre toda Europa.
Londres, 7 de mayo
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