Asesinato en Holanda
La política holandesa ha dejado de ser el embalse de tranquilidad y paraíso de la gobernación por consenso que ha valido a los Países Bajos convertirse en paradigma de estabilidad durante los últimos veinte años. El asesinato a tiros del dirigente populista Pim Fortuyn, sean cuales fueren las motivaciones del crimen, establece un definitivo antes y después para el modelo holandés. La conmoción ha sido tal en el pequeño país centroeuropeo, que los líderes políticos han decidido suspender la campaña para las decisivas elecciones legislativas del próximo día 15.
El asesinato de Fortuyn, que, según investigaciones iniciales, había recibido amenazas telefónicas recientes, tiene tanta mayor relevancia cuanto que los sondeos de opinión daban a su partido xenófobo y transgresor, la Lista Fortuyn, hasta un 15% en la intención de voto; un auténtico choque para un país cuya política de pactos ha funcionado como un cronómetro, repartiendo la gobernación entre los tres partidos canónicos del siglo XX: los laboristas, a la izquierda; los liberales, a la derecha, y los cristianodemócratas, en el centro. En un escenario donde estas formaciones rara vez superan el 25% del voto, el porcentaje atribuido a Fortuyn podría haberle erigido en árbitro del Gobierno o en líder de la oposición.
La corta carrera política de Fortuyn, cuyo movimiento xenófobo obtuvo en marzo un éxito espectacular en las elecciones locales de Rotterdam, se basaba en atacar la tolerante política inmigratoria de sucesivos Gobiernos y criticar la insuficiencia de los servicios públicos, apelaciones ambas que, junto con sus críticas al islam, habían llegado a muchos votantes.
Pese a su gran tradición de hospitalidad, Holanda, con el 10% de población inmigrante y hasta el 30% en ciudades como Amsterdam o Rotterdam, no ha acabado de asumir sin traumas su condición de crisol multicultural. La irrupción estelar de este ex profesor de sociología de inclinacionaes marxistas y homosexual declarado puede explicarse por la crudeza con la que operaba sobre la chata realidad política del país. En la sombra permanecerán para siempre sus posibilidades reales de modelar el escenario político holandés, aunque el 15 de mayo sabremos si la Lista Fortuyn ha resistido la trágica muerte de su fundador.
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