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Crónica:FÚTBOL | Penúltima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Rayo hace historia en Primera

El equipo vallecano logra la permanencia ganando con 10 en Vitoria y suma por primera vez cuatro temporadas en la máxima categoría

Por la puerta grandese salvó por la puerta grande, con todas las dificultades que corresponden a un equipo pobre del cam. El Rayo peonato y con toda la fe que se le supone en momentos como éste. Ganó jugango con diez desde los 30 segundos de partido, a causa de un penalti injusto y la correspondiente injusta expulsión de Quevedo; resistió dos penaltis en contra (ése del inicio y otro en el minuto 58 de Ferrón a Astudillo, limpio y claro), un cabezazo al larguero de Iván Alonso en la primera mitad y un asedio permanente durante todo el partido.

Probablemente, el Rayo debía sellar su permanencia de esa manera tan heroica, así como de víctima propiciatoria, pero arañando cada pelota como si fuera la última por jugar.

ALAVÉS 0| RAYO VALLECANO 1

Alavés: Herrera; Geli, Coloccini, Téllez, Llorens; Turiel (Rubén Navarro, m. 61), Witschge; Astudillo, Magno, Ibon Begoña (Jordi Cruyff, m. 61); e Iván Alonso. Rayo Vallecano: Etxeberria; Ferrón, Corino, Quevedo, Allcázar; Pablo Sanz; Peragón, Vivar Dorado (Helder, m. 45), Azkoitia, Graff; y Bolo (Glaucio, m. 91). Goles: 0-1. M. 46. Corino envía a la escuadra un libre directo que sorprende a Martín Herrera Árbitro: Pino Zamorano. Expulsó a Quevedo a los 30 segundos, por un penalti inexistente a Iván Alonso. Amonestó a Ibon Begoña, Vivar Dorado, Helder, Witschge y Geli. 13.223 espectadores en Mendizorroza.

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Y el Alavés, confuso, atribulado, sin saber qué hacer con tanto ventajismo, a pesar de que una victoria le hubiera metido directamente en la Copa de la UEFA. Pero no era el día. No era el de Llorens que tiró el primer penalti al travesaño y el segundo se lo devolvió al campo Imanol Etxeberria en un acto reflejo rectificando su estirada. Estaba claro que de haber jugado cuarenta días y cuarenta noches, el Alavés no hubiera ganado el partido por más que se empeñara un estricto colegiado.

A algunos equipos la ventaja numérica les plantea más problemas que ventajas. Es el caso del Alavés que no supo cómo organizar su ataque ni qué hacer con el balón. Parecía como si los jugadores blanquiazules se marcaran unos a otros, tropezaran, chocaran entre sí. Fue raro que Llorens errara dos penaltis, siendo un lanzador de garantías, o que Iván Alonso fallara un cabezazo tan sencillo, siendo un cabeceador con pedigrí.

Anduvo más listo Sergio Corino que envió a la escuadra un libre directo frontal, de esos que permiten al portero ver casi todo el lanzamiento. Fue la única aproximación del Rayo, además de un lanzamiento al poste de Azkoitia, en la primera mitad, de forma soprendente.

Pero no era cuestión de pedirle al Rayo un ejercicio sublime cuando se estaba jugando la vida (no la UEFA, como el Alavés), había perdido un futbolista (y no cualquiera, sino Quevedo) a los 30 segundos, repelido dos penaltis y sufrido un acoso pertinaz, de esos que te acaban gastando las ganas y las energías. Hizo lo suficiente: marcar un bello gol a balón parado y defenderse con un orden encomiable, una tarea que Corino comandó con una agudeza inusitada. Y así, quemando minutos y energías, fue labrando la permanencia en Primera División. Y haciendo historia: nunca hasta ahora el Rayo había permanecido cuatro temporadas consecutivas en la máxima categoría.

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