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Los socialistas de Marruecos exigen la revisión del tratado de amistad con España

El diario del primer ministro acusa a Aznar de utilizar el Sáhara para debilitar a Rabat

La prensa marroquí ha multiplicado estos días los ataques contra el Gobierno español pero la acometida que le propició ayer Al Ittihad Al Ichtiraki, el diario del que es director el primer ministro de Marruecos, el socialista Abderramán Yussufi, supera con creces a todas las anteriores. En un artículo en portada, Jalid Aliua, director de la redacción del periódico y ex ministro socialista, pide la revisión del tratado de amistad, cooperación y buena vecindad firmado por los dos países en 1991 y que establece, entre otras cosas, la renuncia al uso de la fuerza para resolver cualquier contencioso.

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Rabat, escribe el órgano de los socialistas marroquíes, debe 'reaccionar revisando el tratado de amistad (...) y redefiniendo de manera estricta los compromisos bilaterales sobre las cuestiones en suspenso como la soberanía de Marruecos sobre su territorio y sobre Ceuta y Melilla y lo concerniente a la seguridad y a lo económico'.

El reciente comportamiento de España en la ONU es, según Aliua, 'la expresión más grave de la crisis entre los dos países'. 'La posición española parece ser una posición estratégica y no circunstancial'. El presidente 'Aznar no sólo utiliza la carta del Sáhara para presionar a Marruecos (...) sino que quiere cambiar el equilibrio estratégico en la región'.

Aunque el diario también acusa a los servicios secretos españoles de 'envenenar y maniobrar' para destrozar cualquier intento de superar los desacuerdos, concentra sus ataques contra Aznar. 'Ha decidido situar al expedientre del Sáhara en su punto de partida en un intento de debilitar la posición de marroquí'.

Aliua alude a la actitud de la diplomacia española al conocerse, la semana pasada, que Estados Unidos es partidario de que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe la concesión de una autonomía al Sáhara pero en el marco del Reino de Marruecos. Francia y el Reino Unido respaldan esta postura mientras España pide que no se descarte el referéndum y, sobre todo, que no se imponga una decisión a ninguna de las partes en conflicto, incluido el Frente Polisario. 'Aunque el Gobierno español no vacila en jugar con el fuego, Marruecos teme que España se queme sola con las llamas que ha provocado y que le ocurra hoy, en el Magreb, lo que le ocurrió ayer en América Latina', concluye Al Ittihad Al Ichtiraki.

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Además de España y de Argelia, el país que acoge al Polisario, las autoridades marroquíes se han buscado a un tercer enemigo, Rusia. Su diplomacia también discrepa con las tesis estadounidenses y sugiere que se reparta el territorio en litigio entre Marruecos y los saharauis. El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Mohamed Benaissa, se declaró ayer 'asombrado' por la actitud de Moscú 'en contradicción con las buenas relaciones entre ambos países'.

El recrudecimiento de la tensión entre España y Marruecos a propósito del Sáhara, aleja aún más un posible regreso a Madrid del embajador marroquí, Abdesalam Baraka, al que el rey Mohamed VI llamó a consultas hace más de seis meses.

'Tenemos la impresión de que habrá que esperar como mínimo hasta finales de julio -cuando el Consejo de Seguridad se pronuncie de nuevo sobre el Sáhara- para que el monarca ordene al embajador que se reincorpore a su puesto', comenta un diplomático español.

Washington tiene prisa

El Consejo de Seguridad de la ONU acordó, el pasado lunes, prorrogar por tres meses el mandato de la fuerza de Naciones Unidas en el Sáhara (MINURSO) pero evitó pronunciarse sobre cómo resolver el contencioso. A finales de julio intentará tomar una decisión. Estados Unidos no quiere esperar tanto tiempo. Tiene la intención de presentar cuanto antes un proyecto de resolución, según fuentes de su misión ante la ONU. La semana pasada, Washington dejó de lado su neutralidad y apostó porque el máximo órgano de la ONU consagre la soberanía marroquí sobre la ex colonia española a cambio de que esta goce de una autonomía limitada. En los próximos días, la diplomacia de EE UU tratará de convencer a los miembros del Consejo de que secunden su resolución que ya cuenta con el apoyo de Francia y del Reino Unido.

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