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Columna
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Ideas y candidatos

A tenor de lo que publica la prensa estos días, el trabajo como alcalde de Alicante es de los que menos condiciones particulares requieren para su ejercicio. Al menos, eso es lo que yo deduzco de cuanto llevo leído hasta ahora. Cualquier persona con una formación media y unas cualidades regulares, estaría capacitada para desempeñar el cargo de manera competente. Por lo visto, dirigir una población de 300.000 habitantes no supone excesivas dificultades. Yo imaginaba que una ciudad de este tamaño, en la que deben plantearse problemas de todo tipo y algunos de considerable envergadura, exigiría una excelente capacitación para gobernarla, pero veo que no es así.

Si las empresas escogieran a sus directivos del mismo modo que los partidos políticos eligen a sus candidatos, nos haríamos cruces ante la imprudencia de estos empresarios. Inevitablemente, muchas de estas empresas quebrarían en un plazo más o menos breve. Sin embargo, nos resulta lo más natural del mundo que los partidos designen a quienes gobernarán nuestras ciudades sin contrastar sus conocimientos. Aunque, claro está, para que este examen tuviera algún éxito, los partidos deberían decidir primero qué clase de ciudad pretenden. Es decir, necesitarían un programa.

Yo comprendo que al Partido Popular no le preocupen estas cuestiones. Dada la claridad de sus objetivos, al Partido Popular le basta anunciar una o dos propuestas, adornadas con mucha fantasía, para atraer a los votantes. De hecho, no me extrañaría si para las próximas elecciones presentaran la segunda parte de la Ciudad de la Luz, que tan excelentes resultados ofreció anteriormente. En cuanto al resto, es decir, planificar la ciudad, ordenarla y dirigirla, ya se ocuparán de ello los promotores inmobiliarios, que son quienes entienden realmente de estas cuestiones.

Pero si al Partido Popular le basta con esbozar cuatro trazos, los socialistas están obligados a presentar un proyecto de ciudad. Al menos, para demostrar a los electores que existen otras maneras de gobernar. Alguna diferencia digo yo que habrá entre una ciudad dirigida por la izquierda o por la derecha. Y no creo que toda la cuestión se reduzca si edificamos o no un palacio de congresos en el Benacantil. Sin embargo, no he leído hasta ahora que el PSOE tenga un proyecto de ciudad. Se habla de este candidato, o de aquel otro; se discute su conveniencia, los apoyos de que dispone cada uno en el partido. Pero en todo este tejemaneje, no he escuchado una sola idea, una sola, sobre la ciudad que desean los socialistas.

Se habla estos días, a propósito de lo sucedido en Francia, de la crisis de nuestras democracias. Los analistas de la política denuncian la ineficiencia de nuestros parlamentos, el ensimismamiento de nuestros representantes. Todo el mundo parece estar de acuerdo en que hay que cambiar las maneras de hacer política. Pero, en cuanto llega el momento de unas elecciones, de lo que se discute es de listas y de personas. Las ideas, si se tienen, se guardan en el cajón.

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