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Columna
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Saga Gil

¿Qué tendrá Marbella para que le caigan tales chollos? Sale de Málaga y se mete en Malagón. Por el horizonte se mueve un nuevo cid campeador, de nombre Menéndez, dispuesto a ganar batallas, muerto políticamente Jesús Gil. En el paraíso nacional del pelotazo es lógico que se muevan intereses poco claros.

Algún terreno debe quedar por recalificar o hacer negocietes millonarios.

Hacen mal los que, ayer mismo, se cachondeaban del previsible candidato, Emilio Rodríguez Menéndez, abogado de largo recorrido, traumática vida personal, con apariciones fantasiosas en medios de comunicación y en el mundo de la farándula. Y hacen mal, porque quienes le conocen dicen que es capaz de sacar petróleo donde no lo hay, es mal enemigo, no tiene nada que perder y además sabe rodearse de todos los atributos propios que adornan a los populistas. De entrada, ya ha dicho seguir las huellas de Jesús Gil.

En la toma de posesión del nuevo alcalde testaferro, Julián Muñoz, ayer en Marbella, muchos políticos se preguntaban si Jesús Gil había 'señalado' suficientemente su territorio, como hacen los animales, o por el contrario se intuye en el horizonte un posible pacto con Rodríguez Menéndez. No parece que éste se encuentre cómodo bailando al son que le toque Jesús Gil, sino todo lo contrario.

El abogado madrileño, en el horizonte de la Costa del Sol, se presenta como lo hiciera hace once años Jesús Gil en Marbella.

Pero ya no todo es lo mismo. Si los partidos políticos en Marbella fueron la causa que aupó al poder a Gil, ya no se dan esas circunstancias en la mayoría de los pueblos del litoral malagueño. Y es que Rodríguez Menéndez con su partido quiere presentarse en todos los municipios.

La diversión está servida, pero con la corriente que empieza a asustar a la Europa democrática, con los grupos de extrema derecha conquistando poder, como ocurre en Francia, no estaría de más que los partidos democráticos empezaran a movilizarse antes que tener lamentar situaciones como las vividas en Marbella bajo el imperio del GIL.

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