Las hormigas argentinas firman la paz en Europa
Los biólogos las llaman Linepithema humile, pero no hace falta ser ningún experto para encontrárselas por centenares en la cocina de casa. Llegaron a Europa desde Latinoamérica a principios del siglo XX, seguramente en la bodega de algún barco. Ahora forman la mayor colonia de hormigas de que se tiene noticia en el mundo, una verdadera unidad cooperativa que comprende millones de hormigueros a lo largo de 6.000 kilómetros de litoral europeo, desde Génova hasta Galicia.
Las obreras de Linepithema humile son muy agresivas con sus colegas de otras especies. Y en su Argentina natal, lo son incluso con las obreras de su misma especie que pertenecen a otros hormigueros. Sin embargo, el equipo del ecólogo Laurent Keller, de la Universidad de Lausana (Suiza), ha comprobado con estupefacción (Proceedings of the National Academy of Sciences, edición electrónica del 16 de abril) que la hormiga argentina ha perdido por completo, tras su llegada a Europa, la capacidad para reconocer como extraños a los miembros de su misma especie que pertenecen a otras colonias, por muy alejadas que estén. Incluso las hormigas gallegas se llevan de maravilla con las genovesas.
El experimento de Keller no puede ser más simple. El científico suizo ha recogido 33 muestras de Linepithema humile en las costas italianas, francesas, españolas y portuguesas, y luego las ha metido dos a dos, durante 10 minutos y en todas las combinaciones posibles, en un frasco de cinco centímetros de diámetro. Es bien sabido que, cuando esto se hace en Argentina, una de las hormigas agarra a la otra con sus mandíbulas por cualquier parte sensible y acaba con su vida en un 98% de los casos. Pero en Europa, las dos hormigas ni se inmutan. Se comportan como si pertenecieran a la misma colonia. Y por tanto, a todos los efectos, pertenecen a la misma colonia: una supercolonia de 6.000 kilómetros de largo.
Nada es perfecto en biología, y 3 de las 33 muestras violan la norma anterior. Keller llama a esas tres poblaciones díscolas 'la supercolonia catalana'. Cuando una obrera de la supercolonia catalana coincide en el frasco con una de cualquiera de las otras 30 muestras, la vieja agresividad argentina renace en todo su esplendor (por ambas partes), y sólo una de las hormigas sale viva del encuentro (no necesariamente la catalana).
La agresividad entre distintas colonias (o la falta de ella) tiene un fundamento puramente genético, ya que sigue dándose con idéntica virulencia después de varios meses cultivando cada muestra en el laboratorio, entre hormigas que ya han nacido en cautividad y no tienen la menor pista sobre la nacionalidad del hormiguero de sus antecesores.
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