Baraja enloquece Mestalla
Con dos goles del centrocampista, el Valencia remonta con un hombre menos ante el Espanyol y acaricia la Liga
Otra vez a las órdenes de un Baraja formidable, el Valencia tiró mano de su enorme orgullo para mantener su condición de favorito en la lucha por el título. Remontó un partido prácticamente perdido, con un gol en contra y un hombre menos desde la primera media hora en que fue expulsado Carboni. Desplegó un derroche físico descomunal. Y sus dos hombres en estado de gracia, Baraja y Aimar, se echaron el equipo a la chepa y lo acercaron a la gloria del título 31 años después. También el Kily González, que pisó Mestalla en el momento justo, en la última media hora, y la puso patas arriba con esa pasión que mamó en los arrabales de Rosario Central. Dos centros suyos los remató a gol Baraja. Y Mestalla se quiso morir de gusto mientras llegaban noticias del caos madridista en Anoeta. El Espanyol, con todo a favor en una primera parte que había soñado, no pudo más que sucumbir a la apisonadora valencianista. La semana que viene, en La Rosaleda, el Valencia tiene a tiro el alirón.
VALENCIA 2| ESPANYOL 1
Valencia: Cañizares; Angulo (Fabio Aurelio, m. 56), Djukic, Ayala, Carboni; Rufete, David Albelda, Baraja, Vicente; Aimar y Mista (Sánchez, m. 76). Espanyol: Argensó; Navas, Rothcen, Soldevila, Ricardo; De Lucas, Álex Fernández, Sousa (Morales, m. 65), Roger; Pacheco (Palencia, m. 66) y Tamudo. Goles: 0-1. M. 30. Tamudo, de penalti cometido por Ayala. 1-1. M. 70. Baraja remata con la izquierda un centro hacia atrás de Kily González. 2-1. M. 80. Baraja empalma otro centro de Kily González. Árbitro: Medina Cantalejo (colegio andaluz). Amonestó a Ayala, Carew, Rotchen y Roger, y expulsó a Carboni con roja directa (m. 31). Unos 53.000 espectadores en el estadio de Mestalla.
El partido se encauzó ya definitivamente por la vía pasional y, claro, en esos términos, no hay nadie como el Kily González, un pura sangre que se muere por vivir este tipo de retos. Así lo percibió Benítez, que lo mandó calentar y lo introdujo por esa banda que hasta entonces tanto se había trabajado Vicente. Mano de santo. En la primera pelota que tocó el centrocampista argentino, se metió hasta la línea de fondo y sirvió atrás para que Baraja, otra vez Baraja, estableciera con un remate de zurda un empate muy merecido. Justo premio, además, al mejor jugador de partido, al hombre que nunca perdió de vista lo que necesitaba su equipo. La gloria ya fue completa cuando le metió el alma en el pie derecho para enviar a las redes otro centro de Kily González desde la izquierda.
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