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Columna
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¡Manos a la obra!

Se ha celebrado, en La Vila Joiosa, un foro europeo sobre gestión del litoral y lo ha clausurado el ministro Matas animándonos a ponernos manos a la obra. Se advierte, en estas palabras del ministro, que no frecuenta la Comunidad Valenciana ni, mucho menos, conoce nuestra costa. Por desgracia, éste es un problema común entre ministros y gobernantes. Pasan media vida en reuniones y la otra media, viajando apresuradamente a uno u otro lugar y, en estas condiciones, es muy difícil que dispongan de un momento para conocer la realidad. Por eso hacen a menudo proclamas tan estrambóticas como la del ministro Matas.

Si Jaume Matas conociera el estado real de nuestra costa, no habría recomendado con tanta ligereza que nos pusiéramos manos a la obra. De hecho, hubiera considerado la exhortación innecesaria, fuera de lugar. Desde que los amigos del señor Matas llegaron a la Generalitat, las obras no han cesado de extenderse en nuestro litoral a un ritmo frenético. Al día de hoy, la costa alicantina está a punto de convertirse en una enorme conurbación y, de continuar así las cosas, desaparecerá por completo en unos pocos años. Llegados a ese punto, ya no será necesaria la gestión del litoral, en todo caso, la de la contribución urbana.

Los ecologistas se han sentido defraudados por los resultados de este foro europeo, celebrado en La Vila Joiosa. Me pregunto qué esperarían del foro estas personas. Hay que ser muy optimista y, quizá, muy ingenuo para pretender que se produzca algún resultado práctico en estas reuniones. Los objetivos de estos congresos suelen ser tan generales y vagos como sus conclusiones. Su principal efecto es transmitir a los ciudadanos una sensación de interés, de preocupación por el tema que les ocupa. En cierta medida, están destinados a la propaganda. Y la propaganda, anuncia el producto sin ofrecer soluciones.

Siento una gran simpatía por el movimiento ecologista, pero creo que sus miembros se equivocan cuando piden al ministro Matas que paralice las construcciones en el litoral. ¡Menudo papel haría el ministro si las suspendiera! Desde luego, estoy de acuerdo en que no debería proseguir la construcción en la costa como hasta ahora. Lo que se ha hecho en ella es, en su mayor parte, una barbaridad. Pero, este problema no puede resolverlo Jaume Matas, porque no es un asunto que se solucione con leyes. Al menos, no exclusivamente con leyes.

A quienes deben persuadir los ecologistas es a sus paisanos. Ellos son la clave de cualquier cambio que pueda producirse en el futuro. Estoy convencido de que si un Gobierno prohibiera la construcción de nuevas viviendas en la costa y vedara los campos de golf, la presión popular le obligaría a revocar estas medidas rápidamente. Son innumerables las personas que esperan obtener un beneficio de la actual situación, que consideran un auténtico progreso, una bendición. Las diferencias que uno observa al recorrer la Costa Brava y la Costa Blanca, no son tanto de legislación como de sociedad.

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