Juego limpio y mercado
Los investigadores que estos días entran en las oficinas de muchas empresas europeas no buscan terroristas ni dinero que financie el terrorismo, sino ejecutivos conspiradores, y el delito que combaten es que hayan llegado a acuerdos para fijar precios. Muchos teóricos te dirán que conspirar para fijar precios fracasa por la presión del mercado, lo que suele ser verdad a largo plazo. Pero, mientras tanto, el coste de tales acuerdos puede ser enorme. Quienes llegan a acuerdos para fijar precios dañan al conjunto de la economía: los consumidores tienen que pagar más, tienen menos oferta y, además, se socava la fe en los beneficios del mercado. En EE UU, las autoridades han adoptado fuertes medidas para combatir estos acuerdos en los últimos cien años, enviando de forma rutinaria a ejecutivos a la cárcel e imponiendo a las empresas multas del triple de los daños ocasionados. En Europa se ha ido más despacio, pero en los últimos años ha crecido la dureza con los cárteles. (...) Por todo el mundo, los reguladores aumentan el control y buscan pruebas de acuerdos para fijar precios en un arco cada vez más amplio de mercados e industrias. Es algo positivo, porque la cárcel y las multas ayudan a que los jefes respeten las reglas y hacen que se lo piensen dos veces antes de manipular el mercado o entrar en acuerdos de precios con quienes se supone que son sus competidores. (...) Con frecuencia, los cárteles tienen en los Gobiernos un aliado silencioso, (...) con excesivas regulaciones del mercado y (...) otras veces haciendo la vista gorda con las asociaciones profesionales que limitan la competencia. (...)
Londres, 19 de abril
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