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Accidentada representación de 'Moisés y Aarón' en el teatro Massimo de Palermo

25 músicos se declaran en huelga en el estreno, que fue aclamado durante 15 minutos

Moisés y Aarón es el desafío artístico más ambicioso esta temporada del teatro Massimo de Palermo. A las enormes dificultades de la obra se han añadido estos días conflictos sindicales, que han puesto de manifiesto un pulso político en vísperas de la renovación del contrato del sobreintendente. Una amenaza de bomba en el ensayo general calentó aún más los ánimos. La huelga de 37 trabajadores (25 de la orquesta, 4 del coro y 8 técnicos) del sindicato derechista UIL no impidió una representación de tintes heroicos, que se saldó con un cuarto de hora de aclamaciones.

El teatro Massimo de Palermo es, desde hace unos años, uno de los puntos de referencia de la lírica italiana, por sus criterios de programación y, en un sentido más amplio, por su política cultural de apertura a la sociedad palermitana y en particular a los jóvenes. Hay debates, muchos debates, se programan títulos operísticos de Berg o Schönberg, y tienen también su sitio en la capital siciliana Pina Bausch, Uri Caine, Lou Reed, Ute Lemper, Vicente Amigo o La Fura dels Baus. Todo ello está dirigido por Francesco Giambrone, cardiólogo y hombre de confianza del antiguo alcalde, L. Orlando, un símbolo de la izquierda en Sicilia y en toda Italia.

Las últimas elecciones han supuesto un cambio radical en el control político de la ciudad, con la mayoría absoluta de los partidarios de Berlusconi, que ha anticipado un recorte drástico en la subvención de los teatros públicos. Ello se ha dejado sentir en Palermo, a un par de meses de finalizar el contrato del sobreintendente, con una renovación poco probable, por no decir casi imposible.

En ese clima de tensión por la defensa de un modelo de teatro de ópera, los dos principales sindicatos, UIL y CGIL, se han cruzado durante estos días descalificaciones. Los primeros han resucitado viejas reivindicaciones laborales y han forzado una huelga parcial en una première que había levantado gran expectación por la magnitud del empeño y por la elevada presencia de medios de comunicación. La amenaza de bomba en el ensayo general, con las negociaciones en plena ebullición, hizo que se aplazase unas horas uno de los debates anunciados sobre esta ópera, en el que paticipaba la hija del compositor, Nuria Schönberg Nono.

Incertidumbre

La incertidumbre llegó hasta el último segundo. A las 20.30 del sábado, hora de comienzo de la representación, el público había ocupado sus localidades. A las 20.45, el sonido de la megafonía hizo temer lo peor, pero se trataba simplemente de un aviso para la desconexión de los móviles. Parecía, pues, que se había encarrilado el problema. Cinco minutos después, y por el mismo sistema, se leyó un comunicado del teatro con el anuncio de la huelga de un sector de la orquesta y coro, y con la decisión del teatro de que, a pesar de todo, se iba a realizar la representación, aunque se daba la posibilidad de devolver el importe de las entradas a los que no quisieran continuar en estas circunstancias.

Un par de docenas de personas del patio de butacas abandonaron la sala. Un espectador se manifestó en voz alta desde los pisos de arriba calificando de vergüenza la postura de los huelguistas. Y así, Stefan Anton Reck, director musical estable del Massimo y de estas representaciones, fue recibido como un héroe, con bravos y aclamaciones. La verdad es que su esfuerzo fue titánico, pues disponía únicamente de dos violines y una viola, y tenía también la percusión mermada.

El color se perdía, evidentemente, a pesar del esfuerzo sobrehumano de los músicos, pero el voluntarismo, la postura de resistencia se afirmaba a cada escena. Algunos instrumentistas de la orquesta del vecino teatro Politeama se ofrecieron para cubrir huecos, pero una ópera como Moisés y Aarón no se improvisa con facilidad. El público se decantó por sacar adelante la representación como un acto de honor. Ni siquiera el director de escena, Denis Krief, levantó la más mínima suspicacia al provocar un desnudo de unas 50 personas en el final de la escena de la orgía con el becerro de oro.

El triunfo fue espectacular. Desmelenado para los méritos artísticos de un reparto vocal en el que destacó la veteranía de Tom Krause como Moisés, y de unos coros - los del teatro Massimo reforzados por los de la Radio de Cracovia- corrrectos pero no apasionantes. Stefan Anton Reck llevó la representación con orden y buen tino, y obtuvo merecidamente las ovaciones más clamorosas. Está soñando ya en hacer un programa triple en la misma velada con tres óperas cortas de Schönberg. No se anda con chiquitas este alumno de Claudio Abbado, que en nuestro país dirigió una excelente representación de El cazador furtivo en Bilbao.

Una escena de <b></b><i>Moisés y Aarón,</i> durante los ensayos en el teatro Massimo de Palermo.
Una escena de Moisés y Aarón, durante los ensayos en el teatro Massimo de Palermo.STUDIO CAMERA / LANNINO

De celebración

El Massimo de Palermo volvió a abrir sus puertas, después de 23 años de cierre, el 12 de mayo de 1997, con un concierto dirigido por Claudio Abbado. El maestro milanés (que esta semana se despide de Berlín como director artístico de la Filarmónica) comienza una gira con la orquesta de la que fue nombrado titular en 1989 por Italia y Viena el próximo 1 de mayo en el Massimo, inaugurando los actos de celebración de los cinco años de la nueva etapa del teatro palermitano. El concierto, que será retransmitido por televisión a más de 40 países, incluye una obertura de Beethoven; el Concierto para violín, de Brahms, con Gil Shaham de solista, y la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak. Al día siguiente habrá un encuentro internacional dedicado a estimular la apertura de teatros de ópera cerrados, con la participación de los directores generales que han vivido recientemente esta experiencia, desde el Liceo de Barcelona hasta el Carlo Felice de Génova y el propio Massimo de Palermo. Los actos de celebración culminarán con un espectáculo reflexivo planteado como homenaje a las víctimas del holocausto y de todas las violencias, que incluye en una misma sesión semiescenificada obras de Schönberg, Mahler y Ullmann.

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