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Decenas de miles de personas reclaman en Valencia otra globalización en tono festivo

La condena de Israel se mezcla con reivindicaciones locales en una marcha sin incidentes

Decenas de miles de personas -50.000 según los organizadores, 5.000 según la Policía Nacional- recorrieron ayer el centro de Valencia en una marcha festiva convocada bajo el lema genérico Ni OTAN, ni globalización en la que se entremezclaron con naturalidad la condena de Israel por la agresión militar en los territorios sobre los que se asienta la Autoridad Nacional Palestina o la defensa del pueblo saharaui con reivindicaciones de carácter local como la defensa de la huerta, amenazada por la ZAL y el nuevo cinturón de Valencia.

La marcha se desarrolló sin incidentes y rodeada de un impresionante aparato de seguridad. La mayoría de los comercios ubicados en las calles por las que discurrió la marcha habían cerrado sus puertas a petición de los cuerpos de seguridad; sólo permanecieron abiertas las grandes superficies.

Los organizadores lamentaron la evidente presión policial. Todo el circuito del recorrido estaba rodeado de furgonetas de la Policía Nacional. Varios manifestantes fueron retenidos en la estación del Norte de Valencia mientras eran registrados de forma concienzuda. Algún autobús permaneció detenido en el peaje de la autopista antes de llegar a Valencia.

La marcha se inició -con ciertos nervios ante las noticias de las retenciones- a las 18.00 horas, encabezada por un grupo anónimo de organizadores que portaban la pancarta Ni OTAN, ni globalización y que insistieron en negar cualquier protagonismo personal a activistas como José Bové, el Asterix de Larzac, que fue relegado a un segundo escalón.

Los gritos contra Ariel Sharon, primer ministro israelí, y George Bush, presidente de Estados Unidos, identificados como agresores del pueblo palestino, abrieron la marcha.

Bové y varios activistas árabes, entre ellos Jaber Suleima, el promotor del juicio contra Sharon a raíz de la matanza de Sabra y Shatila hace 20 años, marchaban ante una inmensa bandera palestina.

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A partir de ahí, un río multicolor, donde predominaban los activistas del grupo Per L'Horta, cantaba, bailaba y coreaba las más diversas consignas. Pancartas con lemas como Un altre món es possible; No a la deuda externa; Ni guerra entre los pueblos ni paz entre las clases; Dones contra la guerra; Mediterráneo, un mar de derechos; Salvem el Cabanyal; o Bétera contra la OTAN se sucedían en bloques más o menos animados.

Un grupo de jóvenes disfrazados ridiculizaba hábitos de las clases dominantes tras una pancarta que rezaba Benvingut, Mister Capital. Una furgoneta con dos enormes altavoces ofrecía música rave al sector más joven de la marcha. Un carro de combate de cartón, Made in USA, rodaba silencioso entre gritos de los manifestantes.

Otros optaban por tambores y castañuelas para animar las caderas de algún grupo mientras una joven alzada en un trono fustigaba a los manifestantes con su semblante oculto tras una careta de José María Aznar.

Grupos políticos indepedentistas, Maulets y otros nacionalistas más o menos radicales ocupaban un tercer sector de la marcha.

Gaspar Llamazares, Francisco Frutos y Joan Ribó portaban con severidad la penúltima pancarta. Un nutrido grupo de militantes del sindicato CGT cerraba la marcha y tenía encomendado el control de los activistas más díscolos. Los manifestantes se disolvieron pacíficamente tres horas después junto al cauce del río.

El impresionante despliegue de Policía Nacional resultó innecesario, pero había nervios entre los agentes. Dos jóvenes de 19 y 20 años fueron detenidos antes del inicio de la manifestación en posesión de varias botellas con gasolina y un martillo. A mediodía, junto al Mercado Central de Valencia, una fotógrafa de EL PAÍS fue retenida durante una larga media hora cuando miembros de la Policía Nacional solicitaron su identificación a un grupo de jóvenes activistas en defensa de L'Horta.

Uno de los manifestantes oculto tras una careta de Aznar.
Uno de los manifestantes oculto tras una careta de Aznar.MÓNICA TORRES

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