La economía en la Academia
Está bien que un economista de experiencia viva como Luis Ángel Rojo entre en la Academia. Hay un enorme vocabulario que cada día se difunde sin intención de ser comprendido. Creo que la incomprensión es su verdadera naturaleza. Cuando yo llevaba un periódico esperaba la llegada de la Bolsa del especialista, Agustín Luna, para preguntarle si había alguna noticia para primera, y siempre me contestaba: '¡Jamás una noticia de Bolsa en primera!'. Ahora todos los días hay una noticia económica en primera, junto a una jurídica -o las dos juntas-; con matanzas en el extranjero y elecciones que ya no tienen importancia. La economía se difunde: es una teología a la que agarrarse, pero ha enrevesado el lenguaje para que no se entienda.
No es un azar, es una deliberación, porque la economía forma parte de la política, que ha sido la primera en tergiversar el lenguaje y apropiarse de los medios de comunicación. Así, la expansión de los datos se hace con eufemismos meliorativos, y precisamente en los medios politicoeconómicos a los que de una manera u otra pertenecen. Lo que debía hacer Rojo -qué pena de apellido desperdiciado- era no sólo introducir el vocabulario real, o rectificar el acuñado, sino uno de eufemismos y otro de cambio de significado de las palabras (change of meanings, de algún diccionario inglés), pero me temo que eso no va a ser posible. Hay que congratularse de su incorporación, pero no esperar mucho de la expansión de sus aportaciones.
Suele pasar con todo el vocabulario moral de la Academia. Por cierto, que me ha extrañado mucho una declaración del nuevo académico: 'La economía sin ética no lleva a ninguna parte'. A mí me extraña porque veo economistas sin ética que llegan donde quieren: o será que tenemos otro concepto de la ética los ateos del dinero. Quizá sea un change of meaning de la vieja palabra 'ética', y Luis Ángel Rojo la acepta, como hay significados variables en otra de sus frases: 'El capitalismo ha sido la fuente de civilización más grande que ha tenido el mundo en los últimos siglos' (El Mundo). Hay personas con otras ideas, pero no son directores de banco ni académicos de la lengua. Ni de la de Ciencias Morales y Políticas, que ya se muestra en su denominación contradictoria.
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