Se burlan del público
Al finalizar la corrida, el ruedo quedó regado de almohadillas. Era la expresión del profundo enfado del respetable, que se sintió estafado por una corrida mal presentada, fea, mansa de solemnidad, blanda y descastada.
Pero antes de seguir, una aclaración: el dueño de los toros compró la ganadería en 1974, eliminó todo lo anterior y compró vacas y sementales de Juan Pedro Domecq. Y de este mismo señor eran los toros del miércoles. A ver, a ver: ¿no parece un poco raro tal coincidencia? ¿No será que alguien ha impuesto que se lidien los toros de Marca, justamente por su procedencia? Adivinanza: ¿quién ha podido ser?
La secuencia de los hechos en tardes como la de ayer y con una figura importante en el cartel suele ser, más o menos, así: el apoderado le comunica a la empresa que esto es lo que hay; la empresa se lava las manos; los veedores del torero eligen la corrida en el campo, y, como tienen buena vista, escogen los más bonitos. La autoridad los rechaza por falta de trapío. Pero el ganadero tiene más toros, tan esmirriados como los anteriores, y alguno, incluso, sospechoso de haber sido afeitado, pero ahora la autoridad se lava las manos y los aprueba para evitar males mayores. ¿? El equipo de la figura está contento, se supone. Sus compañeros de terna, callados como muertos, se benefician de la situación. Además, ellos no mandan.
Marca / Rivera, El Juli, De Julia
Toros de José Luis Marca -siete fueron rechazados en el reconocimiento-, mal presentados, mansos, descastados y broncos. Rivera Ordóñez: estocada perdiendo la muleta (silencio); dos pinchazos y media baja (ovación). El Juli: pinchazo y estocada (algunos pitos); estocada caída (silencio). Rafael de Julia: dos pinchazos y el toro se echa (ovación); casi entera tendida y un descabello (silencio). Plaza de la Maestranza, 18 de abril. 15ª corrida de abono. Lleno.
Sale un toro, y otro, y otro, y la gente, que no es tonta, se siente burlada. Se burla la empresa, que se somete a la imposición de un torero; se burla el torero, que, como cualquier figura, podría llegar, incluso, a amenazar con no participar en la feria si no se aceptan sus condiciones; se burla el ganadero, que presenta toros impresentables; y se burla la autoridad, que los aprueba para evitar el conflicto que podría originar una posible suspensión. Pero, entonces, ¿quién defiende aquí al que paga? Nadie. Se burlan del público con un descaro bochornoso. Y el público, bendito y poco ducho en materia taurina, se enfada, algunos protestan, y la mayoría volverá mañana para que la engañen de nuevo.
Por cierto, El Juli se encontró con un primer toro complicado, bronco, violento, y el torero se defendió sin recursos y lo mató con brevedad. Algunos espectadores, no muchos, se lo recriminaron. La verdad es que el torero no utilizó técnica alguna para justificarse ante el público. Lo fácil para la figura es tirar por la calle de en medio y esperar al siguiente. Es lógico, sin embargo, que el espectador exija que el torero exponga algo más, y trate de superar las dificultades del toro. Que no, que el toro era muy complicado. Pues que sepa el torero que una entrada de tendido de sombra cuesta 63 euros, lo que da derecho a alguna exigencia, se supone. Por cierto, ¿cuánto cobra El Juli? Sería bueno saberlo para concluir si debe o no asumir algo más de responsabilidad. Intentó justificarse en su segundo, que era el último toro de su feria, pero el desastre ya no tenía remedio y su actuación resultó muy pobre.
Al final, Rivera y De Julia pagaron los platos rotos. El primero estuvo abúlico en uno y se justificó en el otro. De Julia exprimió la embestida de su primero con enorme torería y pasó apuros con el marmolillo sexto.
Babelia
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