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Columna
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Que Rato se explique

La oposición parlamentaria quiere que el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía se explique en el Congreso de los Diputados. Es una pretensión legítima que forma parte de sus más elementales deberes ante el electorado. Unos deberes de cuyo cumplimiento en absoluto puede desistir y para cuyo ejercicio debería contar con el amparo de la Presidencia de la Cámara. Resulta, por tanto, inaudito que Luisa Fernanda Rudi rechazara el viernes la pregunta en torno a los créditos bancarios otorgados a las empresas de las que es accionista nuestro vicepresidente presentada por el Grupo Socialista para la sesión de control de mañana, miércoles. La inocua pretensión del diputado del PSOE Francisco Fernández Marugán es la de preguntarle a Rodrigo Rato: '¿Concedió Argentaria, siendo entidad financiera pública presidida por don Francisco González, algún crédito a empresas participadas por usted o por su familia?'.

La negativa dada por Luisa Fernanda Rudi es incomprensible a tenor del Reglamento del Congreso, como lo es también que la vicepresidenta, Margarita Mariscal de Gante, recién aupada a esa posición, sin que le faltaran para ello los dóciles votos del Grupo Socialista, arguyera que el rechazo obedece a motivos estrictamente jurídicos, aduciendo en su favor que la pregunta 'contraviene el artículo 108 de la Constitución' al no corresponder 'a la gestión política del Gobierno'. En realidad, Mariscal de Gante podría haberse acogido a la terminología militar de su apellido para declarar que se trataba sin más de una petición viciosa o bien ordenar el arresto de quienes preguntan 'por intentar sorprender la buena fe de un superior', como decía la orden del día del campamento de Villafría (Burgos) cuando éramos caballeros aspirantes de la Milicia Aérea Universitaria Juan Abelló, Alberto Alcocer, Miguel Areilza, Francisco Carrillo Montesinos, Carlos Espinosa de los Monteros y otros afines asimilables.

Porque los socialistas parecen especializados en hacer preguntas ociosas cuyas respuestas verdaderas conocen. Así lo ha cantado su portavoz, Jesús Caldera, al mencionar el crédito de 650 millones de pesetas (3,9 millones de euros) concedido por Argentaria a la empresa Ciuvasa (Construcciones Vasco-Aragonesas, SA), entroncada con Viajes Ibermar, a la que tanto debemos, como ya se vio cuando lo de Gescartera. Excitadas como están por sus propias desavenencias, es probable que las huestes de José Luis Rodríguez Zapatero intenten volver a las andadas y se interesen otra vez por las cuentas secretas del HSBC (Hong Kong and Shangai Banking Corporation), en cuyo escamoteo tanto se lució Vicente Martínez Pujalte y aquel Galobar pasado por la Comisión de Investigación.

Otra cosa es que esa negativa de la presidenta Rudi, atenta a la jugada desde El Cairo, perjudique a Rodrigo Rato y le prive sin razón alguna de un derecho elemental que le asiste. ¿Quién duda, además, de que un brillante parlamentario, un temible dialéctico como Rato, pulverizaría con toda facilidad a los liliputienses de la bancada socialista? ¿Imaginan ustedes cómo se las maravillaría el vicepresidente buscando el centro del ruedo y atornillándose allí para dejar en claro su nombre, el de su padre con la Banca de Siero y la Rueda Rato de Emisoras, el de sus hermanos con la embotelladora, el de sus amigos en las empresas privatizadas y el de sus compañeros escolares del Colegio del Pilar y de la Universidad Complutense preparados para tomar la salida, y si llegara el caso de que el público afín pidiera más cambiar de mano y recordar de paso las inmundicias acaecidas bajo la responsabilidad del PSOE a partir de 1987 o de 1982 desde Filesa en adelante, que nunca debieran caducar?

En todo caso, el PSOE, si algo queda de ese partido, en modo alguno puede cejar en sus preguntas. Es preciso a toda costa salvar a Rodrigo Rato del deshonor y darle cuanto antes la posibilidad de explicarse ante el Pleno del Congreso de los Diputados. Si el precio de esas preguntas es la vuelta a Filesa pues que vuelva Filesa y que el diario El Mundo edite separatas con los más negros asuntos de cuando González. Es el momento de que proclamen que si hay que ir al infierno se va pero que de ninguna manera aceptarán quedar amedrentados. Otra cosa es que al final se averigüe que la conjunción del polanquismo felipismo es de nuevo para la radio de los obispos la responsable de todos los desmanes.

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