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Reportaje:

Presos postrados ante la Virgen

16 internos de las cárceles de Huelva, Sevilla y Córdoba peregrinan a El Rocío

Pedirán a la Virgen del Rocío salud y libertad. Doce internos de la prisión de Huelva, dos del centro penitenciario de Córdoba y otros dos de Sevilla, que emprendieron ayer la peregrinación a la aldea de El Rocío, en Almonte (Huelva), llegarán hoy a las 14.30 a su destino y allí se postrarán ante la Virgen del Rocío, en el interior de la ermita. Será un momento emocionante, que ayer aguardaban con impaciencia, durante su andadura hasta el corazón de Doñana.

Éste es el tercer año consecutivo que la prisión de Huelva organiza esta peregrinación a la aldea. El camino es duro. Los reclusos recorrieron ayer gran parte de los 60 kilómetros, aproximadamente, que dista el centro penitenciario a la aldea almonteña. Hubo dos paradas. Una en San Juan del Puerto, para desayunar. La otra, en el paraje de Montemayor, en Moguer, donde llegaron a media mañana para almorzar en la Casa de la Hermandad.

Los internos realizaron una ofrenda floral a esta virgen, patrona de los vecinos de Moguer. La noche estaba prevista que la pasaran en Palos de la Frontera, la tercera de sus paradas, donde la hermandad de este municipio les había ofrecido su casa para pernoctar.

Caminaban en un ambiente rociero. Encabezados por toques de tamboril y flauta, con los lazos propios que portan los mayordomos en las romerías ondeando en la punta de los palos, que utilizaron como soporte para el camino, y con medallas de la Virgen del Rocío al cuello, los 16 reclusos hicieron su primera parada en San Juan del Puerto, después de recorrer tres kilómetros, bajo una intensa lluvia.

Pisaron con pies impregnados de barro la céntrica plaza de la Iglesia sobre las nueve de la mañana. Repusieron fuerzas con un desayuno a base de café con pastas que improvisaron en esta plaza. Entre sorbos de alivio y bocados con sabor a libertad, para muchos de los reclusos, esta peregrinación se convirtió en una forma de respirar aire puro y de desafiar los infranqueables barrotes de la prisión; de contemplar un cielo amplio, no limitado por paredes.

Para todos, ésta es la primera vez que realizan el camino hacia el Rocio, aunque han oído hablar mucho de esta romería. José Suárez Hernández, lleva tres años y medio en la prisión de Huelva. Su familia, su mujer, sus siete hijos y sus padres están en Ceuta, donde nació. 'Estoy muy ilusionado con este camino. Es la primera vez que lo hago, pero voy con la ilusión de postrarme ante la Virgen. No me resulta cansada la caminata, a pesar del frío, de la lluvia que se nos cala en los huesos y de los kilómetros que tenemos que hacer. No me importa que se me manchen las botas de barro si es para esta causa. Espero con impaciencia el momento de ponerme a los pies de la Virgen y sentir que ella me está protegiendo', afirma José Suárez.

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Jesús es el más veterano de los que emprendieron ayer la peregrinación. Lleva diez años de su vida entre rejas y tiene una hija que acaba de cumplir tres meses. 'Hemos buscado tener la criatura porque necesitábamos una alegría en nuestras vidas. La vida en la cárcel se hace insoportable. Es como el plomo, muy monótona. La esperanza de que algún día puedes estar libre te puede volver loco. Por eso hago este camino, para andar y poder respirar fuera de los muros de la cárcel. Le pediré a la Virgen, cuando estemos cara a cara, cuando la mire a los ojos, tan sólo dos cosas. Sencillas. Pero que para un preso se convierten en dos abismos. Salud y libertad', afirmó Jesús.

'Sueño con ver a mis hijos'

María salió en un vehículo penitenciario ayer de la cárcel de Sevilla, acompañada de otro recluso, José María, a las seis y media de la madrugada en dirección a Huelva. En la prisión onubense se reunió con el resto de presos. No se conocían de nada. 'Estoy muy contenta de haber venido', afirmó. María es colombiana. También estuvo presa en la cárcel de Madrid, un año, hasta que la trasladaron a la de Sevilla, donde lleva cumpliendo condena cuatro años y medio. 'Sueño con volver a ver a mis hijos que viven en Colombia y no saben que su madre lo está pasando tan mal, en la puñetera cárcel', manifestó María. Con los ojos bien abiertos, atentos a todo, marchan con ellos tres educadores de la prisión onubense. 'Tenemos doble responsabilidad. No sólo se trata de sacar a los reclusos, sino que estamos para lo que necesiten. Además, aunque los que vienen son gente de confianza, que han recibido un permiso especial, nunca hay que olvidar que son presos. No debemos bajar la guardia', afirmó uno de los coordinadores de la peregrinación. Este educador afirmó que en los tres años que llevan organizando esta marcha, nunca se ha producido ningún incidente. 'No hemos puesto control ni de la Guardia Civil ni de la Policía Nacional. Estamos convencidos de que vamos a volver todos. Unos, a casa, y otros desgraciadamente, a la prisión', matizó. Algunos, con botas rocieras, otros, con unos simples zapatos, pero todos, bajo la lluvia, entonaban ayer aquello de 'del Rocío no quiero volver, y olé, y olé...'.

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