Antolín Rato, último premio Quiñones, narra una historia de autodestrucción
Las librerías españolas acaban de acoger la última novela del escritor Mariano Antolín Rato (Gijón, 1943), que resultó ganadora del premio que lleva el nombre de Fernando Quiñones en su tercera edición. Fuga en espejo es el título de este volumen, en el que se narra una historia de encuentros y olvidos, creación artística y autodestrucción. En la presentación del mismo, Antolín Rato aseguró que encontró el estímulo para presentarse al certamen en la composición del jurado, en el que se encontraban autores admirados por él como José Manuel Caballero Bonald o Juan Eslava Galán, así como un editor de la talla de Francisco Prior.
De este modo el escritor y traductor gijonés, que cultivara en sus inicios el género de la ciencia ficción y se especializara en la poesía beatnik -movimiento liderado en Estados Unidos por nombres como Allen Ginsberg, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti o Jack Kerouac-, se embolsaba los 48.081 euros del premio y veía su obra publicada en Alianza.
'En Fuga en espejo hablo de las cosas de las que se ha hablado siempre en literatura: del amor y su pérdida, del paso del tiempo... Pero con un lenguaje y una construcción de ahora mismo', explica Antolín Rato. 'La novela fue escrita para que sirva de punto de encuentro entre las experiencias cotidianas y las novelescas; no como somnífero para la mesita de noche, sino para aquellos que siguen creyendo que es posible vivir en este mundo', añade.
Su recuerdo de Quiñones se remonta a una cena en la que el escritor gaditano le refirió una visita de Jack Kerouac a Madrid en los años sesenta. Quiñones tuvo entonces la oportunidad de ver al maestro americano durante un minuto, durmiendo una tormentosa borrachera, en casa de la escultora Louise Demint. 'Al principio no le creí', recuerda Antolín Rato. 'Luego supe que Kerouac, en efecto, había venido a España desde París. Desde entonces, soy un admirador de su prosa y su poesía. Fernando Quiñones se convirtió en un mito para mí'.
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