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Reportaje:

La conquista del placer sexual

Un libro aborda los equívocos y la falta de información que lastran la sexualidad femenina

Muchas mujeres viven su sexualidad como un enigma. Para otras es un pozo oscuro que no llegan a fondear del todo. Desvelar ese misterio puede llevarles toda la vida, un aprendizaje paulatino que algunas no recorren por desconocimiento, por desinterés y por falta de tiempo. Durante siglos, generaciones de mujeres marcadas por la represión religiosa y social arrinconaron su sexualidad al fondo de la alcoba. La revolución de la década de 1960 y, en España, el ocaso del franquismo, pusieron fin a décadas de oscurantismo. Sin embargo, los temores, inseguridades, la desinformación teórica o práctica y la falta de entrenamiento alejan a las nuevas generaciones de la idealizada vida sexual activa y plena.

Las autoras rompen el tópico que asocia la anorgasmia a problemas mentales
Todavía se desconoce la ubicación exacta de los nervios y vasos que van a la vagina

El libro Sólo para mujeres, escrito por las doctoras Jennifer y Laura Berman, ofrece una guía a aquellas que necesiten pararse a pensar, explorar, o mejorar su sexualidad sin llegar al terapeuta. Hermanas y fundadoras de la Clínica sexual femenina del Centro médico de la Universidad de Boston, son pioneras en el tratamiento de las disfunciones sexuales femeninas y han volcado su experiencia en esta obra que en Estados Unidos se ha convertido en un éxito de ventas y que en España ha sido editada por Planeta. Uróloga de formación, especializada en disfunciones sexuales femeninas y en cirugía reconstructiva del suelo pélvico, Jennifer Berman dirige con su hermana Laura, psicoterapeuta, la Network for Excellence in Women Sexual Health de la Universidad de California en Los Ángeles.

En este libro desmontan el tópico que asocia la anorgasmia o los desajustes sexuales femeninos exclusivamente con problemas mentales. Las autoras demuestran que las causas físicas, las descompensaciones hormonales o las secuelas de algunos tratamientos o intervenciones pueden rebajar la calidad de su respuesta sexual o la intensidad del deseo.

'En España, históricamente, las mujeres hemos aprendido mal a manejar nuestra sexualidad y eso subyace todavía en algunos problemas', afirma la ginecóloga Pilar Martínez-Ten. La consulta del ginecólogo suele ser la antesala en la que se atisban algunos desajustes. 'Los ginecólogos cada vez abordamos más, sobre todo con las nuevas generaciones, la cuestión de la satisfacción sexual, aunque hay que poner la alfombra para que el asunto surja. El ginecólogo tradicional y paternalista intimidaba a muchas mujeres, pero los más jóvenes mostramos una disposición distinta, y trastornos como el vaginismo o el coito doloroso salen con naturalidad en la consulta. Ciertamente, los ginecólogos no estudiamos sexología en la carrera, pero el sentido común y la formación médica nos ayudan en las disfunciones más sencillas', añade Martínez-Ten.

'A veces ves un himen grueso que crea dificultades y que puede eliminarse con una pequeña intervención; o mujeres a las que el parto les ha desequilibrado el suelo pélvico y se les ha quedado el introito vaginal muy dilatado, lo que dificulta que el clítoris pueda ser estimulado directamente durante la penetración. En estos casos son ellas mismas las que piden que se les arregle esa distensión, o esperan al siguiente parto para que se les efectúe la intervención', explica Martínez-Ten.

Cuando no hay una causa orgánica clara o el problema persiste, 'las remitimos a un sexólogo', añade. Admite, sin embargo, que no siempre es fácil recomendar un sexólogo apropiado. 'La mayoría proviene del campo de la psiquiatría o de la psicología y hay mucha ideología por medio', matiza. Un buen número de las clínicas sexológicas, además, parecen estar enfocadas a solucionar trastornos masculinos, tal vez porque pueden ofrecer terapias más directas.

Los casos que llegan a la consulta de las hermanas Berman son 'una combinación de problemas médicos, emocionales y de relación con la pareja'. Es como una tarta piramidal: la proporción de los ingredientes depende de que predomine la causa médica o la emocional. Una situación médica crónica influye en la relación de pareja, y viceversa'.

Incluso cuando no hay causas orgánicas, o éstas parecen difusas, siempre hay una explicación o una derivación física: la falta de lubricación y las dificultades en la excitación están estrechamente relacionadas con una pobre afluencia de sangre en la zona, por lo que las hermanas Berman tratan a algunas de sus pacientes con fármacos como el sineldafil (el principio presente en la Viagra) que potencian el aporte de sangre, sin descartar en ocasiones la utilización de vibradores o de vídeos eróticos 'diseñados para mujeres'.

Sin embargo, lo que encuentran más frecuentemente es una diversidad de causas físicas interfiriendo en la sexualidad de sus pacientes, a veces enmascaradas en los no siempre evidentes recovecos del cuerpo femenino. Aunque no todas las mujeres a las que se les ha practicado una histerectomía (extirpación del útero parcial o total) presentan problemas, 'como todavía se desconoce la ubicación exacta de los nervios y los vasos sanguíneos que van a la vagina y al clítoris y que son fundamentales para tener una respuesta sexual normal, resulta evidente que pueden resultar dañados en una intervención quirúrgica', señalan. 'Aunque el llamado orgasmo clitoridiano no se ve afectado por la histerectomía, que en algunos casos está justificada, en el de origen vaginal, sí puede influir', recuerdan las autoras.

Ignorancia, culpabilidad y dependencia

Dejando aparte las causas debidas a una patología seria que altere la respuesta sexual, la libido o el núcleo de la emoción -el afecto, en suma-, la mayoría de las disfunciones orgásmicas se relacionan con tres factores que se influyen entre sí', explica Rosario García Valverde, psiquiatra y sexóloga. 'Primero, la falta de información (de la que también participa el hombre) respecto al orgasmo en sí, el nivel de apetencia y el tiempo que se tarda en llegar a él. Esta falta de información conduce 'a una mala técnica', con una dificultad añadida de adecuación entre hombre y mujer, debido al distinto aprendizaje de su sexoafectividad', continúa García Valverde. En segundo lugar, la culpabilidad de algunas mujeres que se resisten o rechazan estímulos o fantasías diferentes al coito, por no considerarlas normales. Y por último, cierta dependencia de las mujeres hacia el hombre, que les impide formular su deseo o su insatisfacción, y asumir su derecho al orgasmo'. No todas las mujeres dialogan con su cuerpo del mismo modo ni valoran el orgasmo por igual. Pilar Martínez-Ten percibe diferencias entre sus pacientes de acuerdo con su edad. Cuando se trata de mujeres de más de sesenta años que le confiesan de forma indirecta que nunca han tenido un orgasmo, o que fingen con sus maridos, no siempre hay una demanda de ayuda, ya que a menudo les basta con la intimidad y el deseo que mantienen con sus parejas. Aprender siempre es posible, pero hay mujeres a las que las desestabiliza que les pongan el dedo en la llaga y les impongan retos íntimamente no asumidos. Muy distinta es la actitud de las pacientes de 50 años para abajo: 'Si plantean un problema, quieren soluciones. No están 10 años dándole vueltas a un problema de pareja. Son mujeres más libres, y aunque les falle la información en ocasiones, tienen una mayor conciencia de su cuerpo'. Pero tampoco hay que olvidar que es en la menopausia cuando muchas mujeres inician una revolución sexual en sus vidas ensayando nuevas técnicas, explorando otros caminos y enriqueciendo en suma su sexualidad.

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