De la favela al gobierno de Río
Una ex sirvienta negra será la primera mujer que dirija un Estado en Brasil
Benedita da Silva, nueva gobernadora del Estado de Río de Janeiro, tiene todos los ingredientes para convertirse en un personaje popular dentro y fuera de Brasil: es mujer, es negra, nació en una de las favelas más pobres de la ciudad, es militante del Partido de los Trabajadores (PT), el partido de izquierdas de mayor envergadura de América Latina, y es profundamente religiosa. Y por si fuera poco, su marido, Antõnio Pitanga, negro como ella, es un popular actor que en este momento aparece en la telenovela más famosa de la Red Globo, O Clone.
Benedita da Silva compartió de pequeña favela con 13 hermanos, hijos de una lavandera y un albañil, fue violada a los siete años por un pariente y vendía limones en medio del tráfico carioca. La niña, que no tenía dinero ni para comprarse ropa interior, que improvisaba con bolsas de plástico, fue luego empleada doméstica. Contrajo el primero de sus tres matrimonios a los 16 años. Ahora es la primera mujer negra que toma en Brasil las riendas del Gobierno de un Estado. Va a ser gobernadora (equivale a los presidentes de comunidades autónomas en España) sólo por nueve meses, es decir, hasta las próximas elecciones presidenciales, lo que hace su reto más interesante y difícil al mismo tiempo.
Benedita compartió favela con 13 hermanos, vendía limones entre el tráfico y fue violada a los siete años
Pero ella no es mujer que se rinde y no es nueva en la política, ya que ejercía como vicegobernadora de Anthony Garotinho, que ha dejado el Gobierno de Río para disputar las elecciones presidenciales.El verdadero reto lo va a tener el Partido de los Trabajadores, cuyo líder histórico, Luiz Inácio, Lula, da Silva va a disputar por cuarta vez consecutiva las presidenciales.
Benedita da Silva hereda el Estado de Río con los mayores índices de violencia de los últimos años, con una epidemia de dengue de más de 150.000 contaminados y más de un centenar de muertos. Y al parecer, con una deuda de 50.000 millones de euros. Pero ya ha anunciado una revolución cultural: dará preferencia en su Gobierno a mujeres y negros y apostará por la ética de los líderes políticos.
Que para el PT el Gobierno de Río supone un punto decisivo en las elecciones presidenciales lo demuestra el hecho de que para la toma de posesión de Benedita da Silva aterrizó en la capital brasileña la cúpula del partido: Lula; el presidente del PT, José Dirceo, y la alcaldesa de São Paulo, la sexóloga Marta Suplicy. El público que asistió a la entrada de Benedita da Silva en la sede del Gobierno ya era una revolución: los primeros puestos fueron para las minorías de negros, homosexuales, deficientes físicos y representantes de las comunidades de base de las favelas. 'Jehová, tú eres mi fuerza', cantó al micrófono la nueva gobernadora, que pidió a todos los ciudadanos del Estado un día de meditación y de ayuno por la paz.
'Cuando estés angustiada, acuérdate de Nelson Mandela', le dijo Lula, quien añadió: 'Bené, no se si tienes conciencia completa de lo que esto significa para nosotros y para millones de personas que como tú fueron y son tratados como personas de tercera categoría Tú eres una niña nacida en una favela que ha demostrado a Brasil que la responsabilidad ética no se aprende en la Universidad'.
También el marido y famoso actor quiso expresar el amor a su mujer públicamente: 'Reverencio a Benedita. Esta ciudad se va a transformar en una ciudad madre y yo seré el primer soldado de su nuevo ejército'.
Por su parte, la alcaldesa de São Paulo, militante también del PT, pero de familia rica, subrayó: 'Hoy deberían estar aquí todas las mujeres y todos los negros del Estado de Río. Esto es objeto de orgullo nacional'.
La nueva gobernadora, para evitar que el acto se convirtiera en un plebiscito a su partido, insistió en que 'quiere gobernar de la mano de todos'. Por lo pronto, el nuevo secretario de Cultura, Antonio Grassi, ya ha anunciado que va a poner en marcha la caravana cultural, una serie de autobuses cargados de artistas que recorrerán todos los pueblos del Estado. El desafío está lanzado, aunque la pregunta flota en el aire: ¿Dejará la derecha a Benedita llevar a cabo su revolución?
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