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El 'banquero' del Bayern

Elber, el mejor goleador extranjero de la historia de la Bundesliga, trabajó en un banco hasta los 15 años

Diego Torres

Momento histórico (29 de febrero de 2000). Partido de ida de la segunda ronda de la Liga de Campeones. Estadio Santiago Bernabéu. Real Madrid, 2; Bayern Munich, 4. El árbitro pita el final y Giovanne Elber, que no ha marcado ningún gol esa noche, no puede morderse la lengua. En perfecto alemán, nada más salir de la ducha, el brasileño se declara tan teutón como el que más: 'Estos españoles pensaban que nosotros no sabemos jugar al fútbol, y hemos demostrado que se equivocaban'.

Elber nació en Londrina (Estado de Paraná) pero siempre dijo que se siente futbolísticamente 'europeo'. Habla italiano y alemán sin acento y desde marzo es el máximo goleador extranjero de la historia de la Bundesliga con 108 tantos en su haber desde que fichó por el Stuttgart en 1994. En la Liga de Campeones, su gol en el Bernabéu, el año pasado, demostró su tremenda capacidad para aprovechar situaciones aparentemente inocuas: recibió el balón a 30 metros de la portería de Casillas y ajustó un derechazo al primer palo que dejó al Madrid a punto para la eliminación. La semana pasada, en la ida de los cuartos de final, en el estadio Olímpico, participó en los dos tantos del Bayern: descolgó y sirvió dos balones en bandeja, uno a Effenberg y otro a Pizarro. Como dijo Del Bosque: 'El juego del Bayern empieza y termina en Elber'.

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Elber aspira a acudir al Mundial de Corea y Japón del próximo verano pero a diferencia de los delanteros estelares de Brasil, sus orígenes no se remontan ni a las favelas ni a la pobreza. Hijo de un ranchero acomodado, trabajó desde muy joven en el mercado de Londrina y en un banco en el que consiguió un puesto gracias a la falsificación de sus notas del colegio -donde apenas rendía-. Como futbolista fue una revelación tardía. Hasta los 15 años sólo destacó en el equipo del banco, en campeonatos de fútbol sala en los que aprendió a ganar la posición por potencia, revolverse y disparar casi sin armar la pierna para el remate. Del banco saltó al Londrina y del Londrina, a los 18 años, pasó al Milan, donde no destacó. El Grasshoppers de Zúrich le fichó en 1992 y le puso en el escaparate.

En su ficha en la revista del Bayern constan una serie de datos, supersticiones y veleidades. Su ídolo es Zico pero se cambiaría gustoso por Michael Schumacher. Jamás entra al campo con el pie izquierdo. El año pasado amenazó con dejar Alemania porque no podía contratar una asistenta brasileña, debido a la rigidez de las normas de extranjería bávaras. Cuando se retire piensa regresar a Londrina, donde ha comprado un rancho con 1.200 hectáreas de campo, caballos y vacas, biblioteca y sala de cine. Adora bailar al ritmo del carnaval y dice que las tres cosas que menos soporta son 'el mal tiempo, los jugadores sucios y la gente arrogante'. Luego, es paradójico: en materia futbolística se declara germanófilo.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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