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Andersen España inicia la cuenta atrás

La situación de la firma en EE UU facilita la unión con Deloitte, que debe aprobar Competencia

Amaya Iríbar

El caso Enron ha herido de muerte a la auditora Andersen en Estados Unidos y ha dinamitado la organización mundial de la firma de servicios profesionales. Sus socios españoles han elegido esta semana unirse a su competidor Deloitte & Touche, la cuarta firma en el mercado nacional. La situación que viven sus colegas americanos, que se enfrentan a un juicio penal y a una posible lluvia de reclamaciones, facilita la operación, siempre que superen a las autoridades de competencia.

Andersen Worlwide tiene casi 400 oficinas en 84 países, 85.000 empleados y más de 4.000 socios. Parece una multinacional, pero su organización, como la de sus competidores, es más parecida a una franquicia. Sus filiales no están participadas por la matriz, sino que son propiedad de los socios nacionales que actúan con independencia total de la red mundial.

En España, Andersen está en manos de 161 socios, sin contar los 111 de la división legal -Garrigues- que se han mantenido fuera del acuerdo con Deloitte y que por ahora sólo han borrado Andersen de su nombre. Los primeros, que controlan las actividades de auditoría, consultoría y corporate finance de la firma (el 63% de los 383,39 millones de euros de la facturación del último ejercicio), se enfrentan ahora a un doble proceso, que durará meses: deshacer sus lazos con Andersen y fusionarse con Deloitte.

El primer frente ha sido el internacional. Andersen Worlwide es una sociedad cooperativa registrada en Ginebra (Suiza) en plena desintegración. Tras ese nombre, no se esconde una empresa con sus accionistas, activos y consejo de administración respectivos, sino una sociedad de responsabilidad limitada sin ánimo de lucro, aseguran fuentes conocedoras de su estructura. A los arturos, como se les conoce en el mercado español, les ha bastado una carta para abandonar la red y ponerse a buscar nuevos socios que le garanticen presencia internacional, algo que demandan muchos de sus clientes.

La desvinculación ha sido fácil porque Andersen Worlwide no puede resistirse. Este tipo de organizaciones se basa en acuerdos cuyo único objetivo es facilitar la colaboración de las diferentes firmas: para compartir tecnología, métodos de trabajo, controles de calidad, publicidad y, por supuesto, para usar la marca, el gran activo de las llamadas big five (PricewaterhouseCoopers, Ernst & Young y KPMG, además de Deloitte y Andersen).

Por estar asociado a ese ente virtual, cada franquiciado paga una cantidad anual, que Andersen España no cuantifica. Y de la misma forma, es normal que estos acuerdos contengan claúsulas de indemnización en caso de ruptura, sobre todo si es para pasarse a la competencia, como ha hecho Andersen en España.

Esos compromisos pueden evitarse en casos excepcionales, coinciden los consultados. ¿Y qué puede ser más excepcional que una firma de la importancia de Andersen en el mundo acusada de un delito de obstrucción a la justicia por el Gobierno de Estados Unidos? A pesar de las circunstancias nadie puede descartar que los inversores afectados por la quiebra de Enron pidan responsabilidades a las firmas de la organización que aún respiren, que intentarán agarrarse de nuevo a su independencia para salvarse.

Vuelta al liderazgo

La rapidez con la que se está desmoronando la firma global no acelera la fusión con Deloitte, que devolvería a Andersen, aunque con otro nombre, el liderazgo del mercado español, con entre un 35% y un 45%.

La integración debe pasar por el Servicio de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía. Éste no puede empezar a trabajar hasta que las empresas le notifiquen el alcance del acuerdo, algo que no ha sucedido, pero que 'se hará en breve', aseguraron fuentes de las compañías.

Además, aunque el compromiso se está produciendo país a país y en Europa por ahora se limita a España y Portugal, es posible que al final sean las autoridades de la Unión Europea quienes vean el asunto. Como hicieron en 1997, cuando intentaron unirse Ernst & Young y KPMG y un año después cuando aprobaron la integración de Pricewaterhouse y Coopers & Lybrand. Para ello deben darse tres situaciones, explica un experto: que el volumen de negocio de ambas firmas supere los 5.000 millones de euros -sólo Deloitte & Touche facturó el último ejercicio 12.400 millones de dólares (más de 14.000 millones de euros); que cada una facture 250 millones de euros o más en la Unión Europea -sólo en España, Andersen movió 243,88 millones sin contar la actividad jurídica y Deloitte, 98,31- y que más de las dos terceras partes del negocio no se generen en el mismo país.

Si superan el escollo del servicio competente, la nueva firma, se fusionará como cualquier otra empresa. Hasta entonces funcionarán por separado.

En cualquier caso, el anuncio del acuerdo ha sido oportuno. Es época de juntas de accionistas, donde se deciden los cambios de auditor. Andersen, que audita a 20 empresas del Ibex 35, entre las que se encuentran Repsol YPF, BBVA, SCH y Telefónica, que celebra junta el jueves, asegura que todos siguen con él.

Efecto dominó

La nueva compañía tendrá que renunciar seguramente a los clientes que le llegaban derivados de Andersen Estados Unidos, casi siempre filiales españolas de grandes multinacionales. Este efecto dominó puede abrir el mercado un poco a sus competidores, aseguran fuentes del sector. Según la lista de la revista Forbes, 45 compañías cotizadas han comunicado a la SEC (la CNMV americana) su decisión de cambiar de auditor y los que ya han elegido sustituto se han decantado por otra grande. El 10% se ha ido con Deloitte, constata The Wall Street Journal.

Al margen de los clientes, Deloitte tiene pendiente una sanción por su actuación en el caso Gescartera y aunque la firma recurrirá, no cabe duda de que el asunto puede dañar su imagen. Y surgirán complicaciones nuevas. La fundamental es la de unir dos equipos que se dedican básicamente a lo mismo y que, a pesar del comunicado oficial, tienen culturas diferentes. También hay un desequilibrio importante en sus cifras básicas (ver cuadro). Aunque en principio parece que Andersen era el que buscaba un salvador, sus socios han negociado contrarreloj con prácticamente todas las grandes firmas de servicios profesionales.

Para facilitar la integración con la elegida, se ha creado un comité que preside Carlos González, que ocupa el mismo cargo en Andersen, y cuyo vicepresidente es su homólogo en Deloitte, Miguel Zorita. Ese comité es el que debe decidir no sólo la nueva marca, borrado Andersen para siempre, sino la forma en que se organizará la firma.

Un nuevo presidente para el 'sálvese quién pueda'

Andersen Worlwide, la empresa suiza que sirve de paraguas a todas las sociedades que trabajan bajo la marca maldita en el mundo, cambió el jueves de presidente. Joseph Berardino, máximo directivo de Andersen en EE UU y de la red mundial hasta el 26 de marzo, decidió hacerse a un lado con un único objetivo: intentar salvar lo que queda de Andersen, pendiente de juicio en Estados Unidos por su intervención en el caso Enron y a la que se le pueden venir encima numerosas reclamaciones de inversores y trabajadores de la compañía en quiebra. Su sucesor es Aldo Cardoso, socio de la organización francesa. Su llegada a la cima de la firma significa también el reconocimiento de la liquidación de la red mundial, que el año pasado facturó 9.300 millones de dólares, casi la mitad en EE UU. Hace tan sólo dos semanas, cuando el acuerdo global para los socios no estadounidenses con KPMG aún parecía posible, Andersen Worlwide aún recordaba a sus franquicias 'sus obligaciones'. Pero el jueves todo cambió: 'Continuaré trabajando con nuestros socios en todo el mundo para ayudarles a conseguir la mejor salida para su gente y sus clientes lo antes posible', aseguraba Cardoso, de 46 años, los últimos 23 en Andersen y experto en consultoría financiera, en un comunicado. El sálvese quien pueda sonaba desde hacía días en todo el mundo: Australia, Nueva Zelanda y Rusia, habían decidido unirse a Ernst & Young, como lo haría el jueves Singapur; China y Hong Kong, primero, y Oriente Próximo, caían del lado de PricewaterhouseCoopers. La apuesta de España, su mercado líder en Europa, por Deloitte & Touche arrastró también a Portugal el viernes. En EE UU la firma, herida de muerte, ha vendido parte de su negocio a Deloitte y KPMG, sus directivos se planteaban el viernes despidos que podrían afectar hasta el 25% de la plantilla y los socios intensificaban los contactos con el Gobierno para buscar una salida al procedimiento judicial.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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