'Trágalas' y agresiones
La reforma de la Ley de Partidos Políticos, propuesta por el Gobierno con la finalidad indisimulada de poner fuera de la ley a Batasuna, ha sido presentada como si de un elemento más de la lucha antiterrorista se tratara. Se pretendería con ella estrechar el cerco en torno a ETA y combatir de esta manera con más eficacia el terrorismo.
Esta es la finalidad declarada de la propuesta. Pero dicha finalidad declarada tiene que ver poco con la finalidad que realmente se pretende con el nuevo proyecto de ley. Formalmente es una norma antiterrorista, dirigida contra Batasuna en cuanto brazo político de ETA. Materialmente es una norma que pretende convertir a los partidos democráticos en general y al PSOE en particular en rehenes de una estrategia antiterrorista del Gobierno del Partido Popular de naturaleza básicamente electoral.
¿Cómo puede presentarse como una pieza de la estrategia antiterrorista una norma que no ha sido negociada con nadie en su elaboración y que tiene el rechazo de entrada de todo el nacionalismo democrático? ¿Puede esa norma hacer avanzar la unidad de los partidos democráticos frente al terrorismo o, por el contrario, va a ser un obstáculo adicional para que dicha unidad pueda alcanzarse?
Estos interrogantes se responden por sí mismos. La norma ha sido elaborada en solitario por el Gobierno sin que la dirección del PSOE haya tenido conocimiento de la misma antes de que su contenido fuera hecho público. Y además, es un elemento más no de la estrategia antiterrorista sino de la estrategia antinacionalista, anti PNV/EA, del Gobierno y del PP.
La norma es simultáneamente un trágala para el PSOE y una agresión para el PNV y el Gobierno vasco. La finalidad de la misma es hacer imposible cualquier política unitaria en materia antiterrorista, quedándose de esta manera el Gobierno con el monopolio en la definición y aplicación de la estrategia antiterrorista. Política antiterrorista es la que el Gobierno unilateralmente define y aplica. Todo aquél que no está de acuerdo con dicha política o es cómplice de alguna manera de los terroristas, léase PNV y EA, o es 'débil' y 'escasamente fiable', léase el PSOE tras el último congreso de los socialistas vascos. Esto es lo que el proyecto de ley de ilegalización de Batasuna quiere subrayar de manera rotunda. El mensaje que el Gobierno está transmitiendo a la sociedad española es el mismo que el presidente Bush transmitió al mundo tras los atentados del 11 de septiembre: o se está con el Gobierno o se está con el terrorismo. Aquí no caben ambigüedades.
Desde una perspectiva electoral es posible que esta estrategia electoral sea para el PP rentable. Políticamente, para España en general y para la pacificación del País Vasco en particular, me parece que es un disparate. La integración de los nacionalismos en general y del nacionalismo vasco en particular en el sistema político español sigue siendo una asignatura pendiente, la única asignatura pendiente de la democracia española. Y esta no es la vía para aprobarla. Y mientras no se apruebe esa asignatura, la pacificación del País Vasco continuará siendo un problema.
Pienso que el PSOE debería decir no directamente al proyecto de ley. Por la forma y por el fondo. En materia antiterrorista no se pueden aceptar trágalas. Si los socialistas no se plantan ahora, no sólo no van a tener ningún rendimiento electoral a corto plazo, sino que van a comprometer su futuro político a medio plazo como mínimo. El PSOE no debería permitir ni que lo traten a él ni que, a través de él, traten a los demás de la forma en que el Gobierno del PP lo está haciendo. El PSOE no puede avalar en materia antiterrorista una política de trágalas y agresiones.
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