La estudiante de El Vacie y la ministra
¿En qué itinerario quedará integrada (¿?) una niña de 13 años, hija de inmigrantes portugueses, de etnia gitana y que vive en un poblado chabolista como El Vacie? ¿Cuál es el futuro educativo para tantos niños y niñas que viven en la más absoluta marginalidad, sean inmigrantes o de la más pura 'cepa española'? Parece que la ministra de Educación, en perfecta sintonía con las tesis globalizadoras que defienden Blair, Berlusconi o Aznar, ha dado con la solución: 'En los casos de incorporación a la Educación Secundaria Obligatoria de alumnos que presenten graves dificultades de adaptación a este nivel, las administraciones educativas establecerán Programas de Aprendizaje Profesional, que les permitan la integración social y laboral' (Documento de Bases para una Ley de Calidad de la Educación, página 31).
En mi opinión, este párrafo y todo el texto del citado documento rezuma la misma filosofía: ¡Hay que colocar a cada uno en su sitio! ¡Nada de grupos heterogéneos que requieran un esfuerzo económico en apoyos, medios, adaptaciones, etcétera! Sólo nos falta oír aquel viejo estribillo que decía: los niños con los niños y las niñas con las niñas. Pero, a nada que nos descuidemos, todo llegará.
Ojalá Celia, la niña de El Vacie, pueda seguir redactando sus historias sin necesidad de que se lo permita únicamente la caridad de la gente de bien, sino porque pueda, por derecho propio, recibir la educación que ella y todos los niños que viven en nuestro país merecen. O defendemos la Enseñanza Pública e integradora o habremos condenado a la marginalidad de por vida a una parte importante de la población. En definitiva para obtener, en el mejor de los casos, excelentes recolectores de fresa no hacían falta estas alforjas.
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