Cinco personas fallecen en Tenerife en un temporal de lluvias torrenciales
Una cuarta parte de la población se quedó sin agua corriente y suministro eléctrico
Nunca antes había caído tanta agua en Santa Cruz de Tenerife en tan poco tiempo. El puerto quedó cerrado, se produjeron numerosos cortes de luz, teléfono y agua corriente. El alcalde de la ciudad, Miguel Zerolo, hizo un llamamiento al Ejército para que acudiera en labores de ayuda para despejar los cuantiosos daños materiales producidos, especialmente en vehículos particulares, mobiliario urbano y alumbrado público. Por espacio de 10 horas, las principales arterias de la capital quedaron colapsadas y la ciudad quedó sumida en el casos.
Las calles se convirtieron en riadas que arrastraban coches, inundaban restaurantes, centros comerciales, garajes y bajos y primeros pisos de la capital, que se transformó en una auténtica encerrona para los transeúntes. Algunos fueron arrastrados por la velocidad del agua, que superaba en la zona baja de la ciudad los tres metros de altura. El número de teléfono del Servicio Canario de Emergencias quedó colapsado y se vivieron escenas de pánico. También perdieron su señal la televisión canaria, que tuvo que evacuar su centro de emisiones en Santa Cruz de Tenerife, y el Instituto Nacional de Meteorología.
La tromba de agua avanzó desde el norte y sur de la isla hasta la capital, donde se concentró el mayor volumen de agua en muy pocas horas. Los coches quedaron atrapados, algunos con pasajeros en su interior, y numerosos hogares tuvieron que ser evacuados.
Barrios enteros como El Sobradillo, Taco, La Cuesta, La Salud, El Toscal, Salamanca, María Jiménez y San Andrés concentraron la mayor parte de las llamadas de emergencia. Un portavoz de este departamento confirmó el cierre del puerto.
El día de regreso del puente de Semana Santa convirtió los accesos a la ciudad en una trampa en la que cayeron miles de vehículos. Hasta tal punto fue así, que Guardia Civil y Dirección General de Emergencias recomendaron a los conductores que prolongaran su estancia en su lugar de vacaciones ante la imposibilidad real de llegar a sus hogares. Las carreteras y autopistas de acceso TF-1, TF-2 y TF-5 fueron cerradas por desprendimientos y desbordamientos de los barrancos.
Un retén de bomberos profesionales de Las Palmas de Gran Canaria partió anoche en un vuelo urgente rumbo a Tenerife para colaborar en las labores de emergencia.
La tragedia de Samanta
Samanta tenía tan sólo dos años. Vivía con su familia en el barrio de Los Lavaderos, a pocos metros de la céntrica rambla.
Sus padres la habían sentado sobre uno de los armarios de la casa mientras buscaban la manera de salir y evitar los efectos de la tromba de agua que ayer sorprendió a esta apacible ciudad. De repente, el techo de la vivienda se desplomó. Unos vecinos pudieron rescatar a sus padres. Casi una hora después los equipos de emergencia sacaban el cuerpo sin vida de la pequeña.
La tragedia de esta familia se unió a la de dos hombres que murieron en la carretera mientras intentaban acceder a la capital, aunque los dos menores y la mujer que les acompañaban (hijos y esposa de una de las víctimas) fueron salvados con vida.
Cientos de ciudadanos angustiados por desconocer lo que ocurría mientras permanecían a oscuras y seguía lloviendo con fuerza encontraron en las distintas emisoras de radio una importante vía de desahogo, ya que los aparatos de TV quedaron inutilizados por falta de electricidad y los estudios de la televisión autonómica en Santa Cruz se inundaron, al igual que las redacciones de dos diarios.
La tragedia cogió a a todos por sorpresa. Aunque las lluvias comenzaron a las dos de la tarde, el Instituto Nacional de Meteorología seguía hablando a las 18.30 de "chubascos moderados a fuertes ocasionalmente tormentosos".
A las 19.30, en un parte sobre Santa Cruz de Tenerife, Meteorología tan sólo advertía de "chubascos" con una intensidad máxima de 60 litros por metro cuadrado.
Exactamente 164 menos de los que finalmente se registraron.
Pedro Quevedo, portavoz del Gobierno de Canarias, reconoció que "nadie estaba suficientemente advertido" de la magnitud de la catástrofe y aseguró que se trataba de "una situación excepcional, completamente imprevisible".
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