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Columna
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Música e impuestos

Es evidente que la venta de copias ilegales de soportes musicales está perjudicando el negocio. Este daño afecta en mayor medida a la evolución del arte musical en cuanto se refiere a la aparición y el desarrollo de nuevos valores que, con motivo de la situación de crisis, corren el riesgo de dejar de ser apuesta inversora, al resultar más conveniente asegurar la explotación aplicando los recursos a artistas consolidados que, en definitiva, garantizan un determinado volumen de ventas. Lo cual, dicho sea de paso, es tan legítimo como necesario, pero si no se acompaña de una cierta innovación, puede producir un indeseable estrangulamiento del arte.

En esta tesitura se alzan voces reclamando el uso de la herramienta tributaria para paliar las enormes dificultades que tiene el sector para competir con la venta de copias ilegales. Se ha propugnado, así, una rebaja del tipo de IVA aplicable a la entrega de soportes musicales. Ello no constituiría una mejora demasiado perceptible, habida cuenta de que tendría una incidencia relativa en el precio final del producto. Además, quedaría un poso claudicante ante la realidad lamentable que supone la venta ilegítima de reproducciones ilegales.

La situación requiere también renuncias empresariales proclives a mejorar la competitividad a través de los precios

Es cierto que las figuras que componen el sistema tributario, sin relegar su objetivo principal, esto es, hacer efectivo el deber de contribuir, pueden ser utilizadas como instrumento extrafiscal para la consecución de fines distintos al puramente recaudatorio cuando razones de política económica así lo exijan. No obstante, a mi juicio, en este caso el sacrificio no debe pasar, al menos exclusivamente, por las arcas del Estado. La situación requiere también renuncias empresariales proclives a mejorar la competitividad a través de los precios, así como la mayor severidad frente al fraude en cualquiera de sus manifestaciones. Entiendo que las llamadas a la minoración del tipo de IVA adolecen de cierto reduccionismo que se intuye inapropiado y, cuando menos, insuficiente, amén de resultar interesadas, en la medida en que pretendan descargar a las empresas afectadas de participar en los rigores de las circunstancias.

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