No a la inmigración
Johannes Rau, presidente de Alemania, se enfrenta a la delicada decisión de firmar o no la nueva ley de inmigración del país. La oposición de centro-derecha, basada en que se aprobó por un solo voto de diferencia en el Budesrat, quiere que la rechace. Pero Rau no debería dudar en darle luz verde. En esta cuestión, es la oposición la que juega peligrosamente.
Alemania ha negado durante años la cuestión de la inmigración. A pesar de que unos 7,3 millones de personas, o más del 9% de la población alemana, son no nacionales, la línea oficial era que Alemania no tenía inmigrantes. Esto es no querer reconocer la realidad. Por eso, el apartado de la nueva ley que reconoce la existencia de la inmigración y dota a los inmigrantes de derechos y responsabilidades es más que bienvenido.
El canciller alemán, Gerhard Schröder, (...) ha reconocido el peligro de que la inmigración se convierta en un elemento desestabilizador durante la campaña electoral. Esto no beneficiaría a nadie, excepto a los partidos extremistas de la derecha xenófoba. (...) La nueva ley (...) ayudará a definir el estatus de los extranjeros en el país. Pero no va a abrir las puertas a nuevos inmigrantes. (...)
La oposición Cristiano Demócrata, (...) liderada por Edmund Stoiber, parece pensar de otra manera. Ellos consideran que la ley debería ser restrictiva. (...) Los alemanes deberían ser más generosos hacia los inmigrantes. Su propio interés y su crecimiento económico lo requieren. Stoiber debería mostrarse como un hombre de Estado y no como un populista. (...)
Londres, 28 de marzo
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