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Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pan... y Rollerball: un deporte sin reglas de juego

ENTRADO EL SIGLO XXI, la lacra de la guerra ha desaparecido de la tierra. Grandes corporaciones han reemplazado a los países y controlan ahora el mundo. Un violento juego, conocido como Rollerball, es el deporte estrella y canaliza la agresividad innata del hombre. Una combinación de rugby, hockey sobre patines y derby motociclístico, donde la única regla es la inexistencia de ellas y todo está permitido.

Los niveles de audiencia televisiva aumentan en relación directa con la brutalidad de las escenas emitidas. Rollerball es una válvula de escape en ese mundo tecnocrático y represivo que anula al individuo en beneficio de la colectividad. Enardecidos por masas vociferantes de espectadores, los contendientes, cual gladiadores modernos, se enfrentan por la posesión de una bola de metal en una pista circular. El equipo de Houston se apresta a defender su título en una nueva edición de la sangrienta liga mundial.

El líder del equipo es el veterano Jonathan E. (James Caan), un superviviente que ha resistido 10 temporadas de este feroz juego donde la vida media, en sentido literal, de un jugador no supera las dos temporadas. Jonathan es famoso. Demasiado famoso. Algo intolerable, incluso subversivo. Hasta la fama debe tener sus límites. El siniestro Bartholomew, cabeza visible de los magnates, quiere forzar la retirada de la estrella. ¿Una crítica despiadada al deporte de masas? ¿Mera apología de la violencia?

Los críticos de esta película, Rollerball (1975), de Norman Jewison, no acaban de ponerse de acuerdo. Su recién estrenada versión no pasa de ser un intrascendente y violento videojuego de luchas y persecuciones, convenientemente aligerado de la carga crítica del primero. No están los tiempos para demasiadas veleidades ni segundas lecturas.

El escenario donde se desarrollan los encuentros de este deporte futurista es una pista circular inclinada o con peralte. Es similar a un velódromo y posibilita que los jugadores, montados sobre sus patines o motocicletas, puedan describir las curvas a gran velocidad sin peligro de salirse de las mismas. Gracias a la inclinación de la curva, la fuerza ejercida por el suelo sobre el jugador (fuerza normal) proporciona la fuerza centrípeta necesaria para efectuar el giro. El ángulo de peralte permite incluso que no se requiera rozamiento (firme con hielo, por ejemplo) para describir la curva.

El desarrollo del juego, aparte de ilustrar hasta qué extremos de brutalidad puede llegar el ser humano a poco que le azucen para ello, muestra también una característica de una magnitud física como la velocidad, compartida por otras como la fuerza o la aceleración. Se trata de su carácter vectorial. Imaginemos que, como buenos jugadores de rollerball, lanzamos la bola con la intención de que impacte en la cabeza de uno de nuestros adversarios.

Si nos dirigimos hacia él, supuesto inmóvil, y arrojamos la bola en la misma dirección en que nos movemos, el impacto está asegurado: si su casco no absorbe, al deformarse, toda la energía cinética de la bola, tendremos un contrario menos. En cambio, como bien saben todos los deportistas de los juegos de pelota, si la dirección de nuestro movimiento es otra y arrojamos la bola apuntando hacia el contrincante, erraremos el lanzamiento.

Para conocer la velocidad de salida de la bola respecto de una referencia en reposo, es necesario sumar nuestra velocidad a la de la bola que lanzamos siguiendo las reglas para sumar vectores. Es decir, considerando tanto su dirección como su sentido. Si nos desplazamos, por ejemplo, a 50 kilómetros por hora (velocidad típica de un patinador) e impulsamos la bola a 40 kilómetros por hora en la dirección perpendicular a nuestro movimiento, para un espectador en reposo la bola se moverá a 64 kilómetros por hora en una dirección que forma un ángulo de 51 grados con esa perpendicular.

Y ahora deberán disculparnos. Está a punto de iniciarse la retransmisión de nuestro partido de rollerball, perdón, queremos decir de fútbol, favorito...

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