Burros con buenos modales
El Teleférico de Benalmádena organiza paseos en asno para ampliar su oferta
Sopla un viento suave, pero demasiado fresco. Abajo, cerca de la playa, hace calor, pero aquí arriba hoy pega más la brisa. Se agradece un chaquetón o una rebeca. Una niña con camiseta de mangas cortas acusa el fresquito en su cara, pero cualquiera la baja del burro. Solo cuando concluye el paseo a lomos del pollino, confiesa a su madre que tiene frío. La iniciativa de Parques Reunidos de ofrecer rutas en burro en la cima del monte Calamorro, donde concluye el Teleférico de Benalmádena, hace la delicia de niños y no tan niños.
Aunque normalmente la demanda la acaparan los ingleses, durante estos días de Semana Santa, abundan las familias españolas. Como la de Pablo Molinero, de ocho años, que viene de Madrid. El chaval, muy resuelto, cuenta que no es la primera vez que monta en uno de estos animales. Que ya tuvo la experiencia cuando visitó una granja. Mientras da un paseo a lomos de Largo, su padre, que se llama igual, lamenta que este animal se esté perdiendo en España.
'Recuerdo los veranos de mi niñez, en un pueblo de Castilla, Cantalojas, que los usaban para transportar paja. Son imágenes que tengo grabadas porque eran muy bonitas. Es una pena que cada vez haya menos', resume. Habla sin perder ni un momento de vista a su hijo que, a juzgar por su cara, se lo está pasando en grande. La madre, María Ángeles Brito, también sigue atenta el recorrido y comenta: 'Pero estos burros se nota que son turísticos porque están limpísimos'.
Desde que comenzó la iniciativa hace una semana, la afluencia de público ha aumentado sensiblemente. Hasta mayo, el paseo será gratis. A partir de entonces, costará dos euros. Para llegar hay que sacar eso sí el ticket del Teleférico que cuesta de ida y vuelta 7,20 para los adultos y 5,40 para niños y jubilados. El viaje hasta la cima en las telecabinas dura 15 minutos. Desde la telecabina se divisa la bahía. Si el día está despejado, se ve Marruecos, Gibraltar y Sierra Nevada. Pero ahora la novedad no es el Teleférico -inaugurado hace dos años- sino el paseo en burro a 800 metros sobre el nivel del mar. Una señora poco previsora tiene dificultades para apearse debido sus tacones. No es el caso de Ana Felipa, de 16 años, una portuguesa que se ha venido preparada con sus tenis. 'Es muito agradable y la vista es muito bonita', dice con un hablar dulce y cadencioso.
Mario Idiarte es el adiestrador. Se encarga de enseñarles a no dar bocados ni patadas. 'Los adiestro hablándoles, acariciándoles. Están bien enseñados, son burros con buenos modales', bromea, mientras toma un mate amargo, infusión típica de su tierra, Entre Ríos, provincia argentina que limita con Uruguay.
No es un día de mucha demanda, pero el trasiego de turistas es constante. Y allí están los borricos, dispuestos a cumplir con su cometido para responder a su fama de animal noble y trabajador.
Una especie en peligro de extinción
Las tres razas autóctonas de burros españoles están en peligro de extinción. Los datos son la prueba. Hace 40 años había 1.100.000 ejemplares y en la actualidad apenas quedan 65.000. El éxodo rural y la mecanización del campo han sido las principales causas de su retroceso. Contribuir a proteger y potenciar la especie es uno de los objetivos de la iniciativa de Parques Reunidos de crear rutas a lomo de burro en lo alto del monte Calamorro. Estos animales resultaron imprescindibles en la construcción del Teleférico, ya que abrieron el camino acarreando los primeros materiales para su trazado. María José Marañón, gerente del Teleférico, explica que otra de las metas es diversificar la oferta para los turistas que utilizan las instalaciones: 'Se puede pasar de la playa al monte en apenas 15 minutos. Además, arriba se puede hacer senderismo, mountain bike y ahora paseos en burro'. Miguel Molina, el propietario de los animales comenta que los burros son un gran atractivo para los visitantes. 'Es incomprensible el impacto positivo que tienen cara al turismo. La mayoría de los ingleses se desespera por subir a un burro. Esta iniciativa ha marcado un antes y un después. Este fin de semana, el primero desde que se puso en marcha la idea, han venido cantidad de niños con sus padres exclusivamente para montar en burro', dice mientras supervisa la llegada de pienso. Experto en estos animales, aclara que las tres razas españolas -andaluza, catalana y leonesa- no se diferencian por el color, sino por el tamaño de su cabeza, de las orejas, por la anchura del pecho y por el pelaje. Explicaciones que resultan vanas para cualquier neófito. El grave peligro de extinción de estos animales fue lo que motivó la creación en 1989 de la Asociación para la Defensa del Borrico de Rute (Córdoba), una organización que entre sus fines figura el concienciar sobre su importancia, dignificar su figura y eliminar su mala fama de 'animal terco y poco amistoso'.
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