¿Clemencia?

Me ha impresionado profundamente la última campaña de seguridad vial de la DGT. Ahora resulta que detenerse en un paso de cebra no es una obligación, ni una norma de circulación, sino un acto de gracia del conductor hacia una viejecita con bastón. Cabe preguntarse si el conductor sentirá el mismo bondadoso impulso cuando el peatón sea cualquier otro ciudadano, o si la anciana no cruzara por un paso de cebra.

Luego, en otro spot, una señora en un vehículo todoterreno decide no atropellar a unos niños en bicicleta, para mayor elevación de su sentimiento moral. No suele decirse, pero la verdad es que los 4x4 son, simple y llanamente, los pitbull de nuestras carreteras; no sólo por su descomunal e innecesaria carrocería, sino por los poco cívicos hábitos de sus dueños: se conducen con el mismo desparpajo que un tanquista israelí por Palestina. Van por la Gran Vía como si fuera el campo, y por el campo, como si fuera la Gran Vía. A veces dejan a los peatones transitar por la acera y, a veces, como el anuncio, dejan de atropellar a los niños en bicicleta. Claro que, en este último caso, es una buena mujer quien está al volante. Los machos que suelen conducirlos podrían pensar que se trata de una debilidad femenina.

Nos habíamos acostumbrado ya a que en nuestra sociedad, como nos enseñó Félix de Azúa, las muertes de tráfico no son realmente accidentes, sino sacramentos: sacrificios celebrados en el altar del progreso. Por eso, la única forma gratis de matar que existe actualmente es atropellar a alguien con el coche. Lo que no esperábamos era que, para la DGT, el no matar fuera ya sólo una cuestión de la clemencia de su gracioso automovilista.