Los dramaturgos españoles denuncian su ostracismo en el Día Mundial del Teatro
Se presenta la última obra de Marsillach y los actores leen monólogos de 44 autores
Los autores teatrales protagonizaron ayer los actos que sirvieron para ir calentando motores para el Día Mundial del Teatro, que se celebra hoy. Varios actores leyeron monólogos de 44 españoles en un maratón que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes, y en la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) se presentó Extraño anuncio, la última obra de Adolfo Marsillach. Sin embargo, los dramaturgos agrupados en la Asociación de Autores Españoles, con 216 miembros, denuncian su posición marginal dentro del panorama teatral.
Pese a estos homenajes y actos concretos, los dramaturgos españoles claman para que cambie su situación. Autores como Ernesto Caballero, que ha renunciado a su candidatura como mejor autor en los Premios Max, denuncian su situación, secundado por Jesús Campos, presidente de la Asociación de Autores Españoles: 'Estamos despreciados, los empresarios están en contra del autor español y los directores de teatros institucionales nos dificultan el acceso', asegura Caballero. 'Hay una falta de respeto hacia nuestros autores. Sólo vemos piezas dobladas del inglés', afirma Jesús Campos.
Caballero optaba a los Premios Max de este año. Estaba incluido en la lista por Pepe el Romano, la sombra blanca de Bernarda Alba, pero ha decidido no concurrir. 'No persigo nada con ello. Sólo es una llamada de atención porque creo que las cosas no están bien planteadas. Son unos premios para los empresarios, que no nos quieren y nos desprecian y están organizados por una sociedad, la SGAE, que se supone que nos tiene que defender a nosotros', dice.
Desde la SGAE, que el pasado año incorporó 381 nuevos dramaturgos a un censo que llega ya a la cifra de 6.111 autores de gran derecho, es decir, dedicados a las artes escénicas, de los que 2.487 recaudaron dinero en 2001, se respeta la actitud de Caballero, pero se asegura que no están dispuestos a entrar en ningún 'juego de camarillas'. Según Antonio Alférez, director de comunicación de la sociedad, 'los Premios Max nacieron para reivindicar el quehacer de todos los sectores teatrales y han conseguido un gran prestigio entre el público por ser plurales, limpios y democráticos'.
Pero Campos apoya a Caballero en esa reclamación: 'Lo hago a título personal. Creo que los autores, en los Premios Max están tratados como una nebulosa, no se les da realce cuando son en realidad el alma del teatro', dice. La crítica no queda ahí, también se sienten despreciados en las programaciones de los teatros públicos: 'Los directores de esos teatros no cuentan con nosotros en sus temporadas', dice Caballero.
Andrés Amorós, director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem), dice comprender su malestar, pero afirma que en teatros de la red del Inaem se han programado. 'De los sectores del teatro, los autores son de los más maltratados. Hay que preguntar a los empresarios por qué. De todas formas, en los teatros públicos se ha programado estas temporadas a Francisco Nieva, Fernando Arrabal, Sanchis Sinisterra y otros', cuenta. Y anuncia más apoyos para el colectivo, consciente de una situación de desventaja: 'Para el presupuesto del año que viene incluiremos un apartado de ayudas especiales para los autores españoles vivos', anuncia Amorós, que fue responsable el año pasado de un presupuesto de 31,7 millones de euros para el teatro.
Las obras más vistas
Las cifras de espectáculos más vistos también ponen de manifiesto que los autores españoles vivos no forman parte relevante de los gustos del público. De las cerca de 38.000 representaciones en la temporada 2000-2001, las obras preferidas por los 2.645.869 espectadores fueron el musical La Bella y la Bestia (302.388), Eloísa está debajo de un almendro (113.743) y Jekyll y Hyde (94.613). Frente a estos datos, los autores aducen la falta de apoyo de los empresarios. 'El teatro es riesgo, y los empresarios lo rehúyen', dice Campos.
Entre los actos celebrados ayer, se presentó la última obra de Adolfo Marsilach, Extraño anuncio, escrita en 1992. De ella se hizo una lectura dramatizada hace un año en Madrid y ahora ha sido editada por la SGAE. La viuda del dramaturgo, Mercedes Lezcano, explicó que 'es inquietante y misteriosa, atravesada por un finísimo sentido del humor', informa Efe. 'El protagonista ve que se publica el anuncio de alquiler de su casa, incluso le quieren cobrar su propio funeral..., y nos pregunta: ¿Los seres humanos estamos vivos o muertos?'.
Babelia
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