Globalización, pero con bloques

Durante los últimos cinco años los expertos en economía han vivido de explotar, a favor y en contra, el término globalización, un concepto que pretende describir, con más voluntad que acierto, los fenómenos de integración financiera mundial y supuesta liberalización de los mercados estratégicos, asociados al crecimiento de la productividad y la revolución tecnológica. Como sucede con muchas generalizaciones económicas, el término globalización oculta bastante más de lo que revela, aunque resulta útil como referencia político-económica.

Grandes áreas de la economía mundial trata en realidad de la globalización o, si se quiere, de los cambios que se han producido en los grandes bloques de la economía mundial como consecuencia, en gran parte, de los fenómenos asociados con la globalización. Hay que decir, en primer lugar, que el tratamiento es más que suficiente, tanto en la descripción analítica de lo que es la globalización como en los cambios de los bloques económicos. En esta dirección, resulta particularmente acertada la descripción de la economía estadounidense durante la década de los noventa porque precisamente los acontecimientos de la era Clinton determinaron, por lo que se sabe ahora, el curso estructural inmediato de la economía internacional.

El texto continúa analizando el estado de la cuestión económica en cada uno de los bloques económicos, con notable claridad expositiva en la definición de las etapas de la crisis, desde el hundimiento del precio de las acciones en el periodo 1991-1993 hasta los devastadores efectos de la crisis asiática sobre los mercados japoneses que todavía perduran. Más que una larga crisis, como se describe en el texto, el caso de Japón es el de una crisis enigmática. Todas las piezas de la crisis se conocen, pero la clave de la conexión entre ellas todavía no se conoce bien. Al menos, los Gobiernos japoneses no la han encontrado.

Los acontecimientos en Argentina convierten en especialmente relevante el capítulo sobre América Latina. El texto refleja el enfrentamiento entre los análisis de tipo neoliberal, que culpan de la crisis a la inexistencia de políticas económicas rigurosas, y las posiciones críticas, que dan por fracasadas las apelaciones continuas a los ajustes monetarios y presupuestarios. Sobre todo a la vista de que a pesar de que se han aplicado las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) la crisis no cede.

En el caso de América Latina, la eficacia de las recetas de ajuste disminuye considerablemente hasta anularse debido a la inexistencia de estructuras económicas que paguen los costes. A pesar del empecinamiento neoliberal en los recortes de gasto, resulta un sarcasmo suponer que una economía como, por ejemplo, la argentina, que carece de sistema fiscal y cuyo presupuesto aparece mordido por la corrupción, reciba la misma terapia que cualquier país fiscalmente vertebrado.

El análisis no se circunscribe a cuestiones macroeconómicas, sino también empresariales, lo cual es de agradecer. Se echan en falta precisiones más ajustadas en las críticas a las privatizaciones en la zona. Es verdad que las privatizaciones han aumentado las relaciones de dependencia con las transnacionales; pero también convendría mencionar si existían otras opciones a la privatización.