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Vuelve la normalidad a la concentración 'hippy' tras los altercados del miércoles

El Ayuntamiento de Órgiva permite quedarse a los jóvenes, pero sigue sin autorizar la fiesta

El Ayuntamiento de Órgiva optó ayer por permitir que más de un millar de hippies procedentes en su mayoría de Gran Bretaña permanezcan de acampada en un paraje a las afueras del pueblo aunque reiteró que la Fiesta del Dragón que pretenden celebrar este fin de semana está prohibida. La concentración hippy provocó el miércoles un violento altercado con agentes de la Guardia Civil, que tuvieron que disparar al aire para no ser agredidos.

El ambiente ayer en la rambla del río Guadalfeo, en el anejo de Los Tablones, era ayer de absoluta normalidad tras los tensos incidentes del miércoles. Hippies procedentes de toda Europa continuaban llegando en grandes camiones y autocaravanas. La Policía Local de Órgiva calculó que había más de un millar de personas concentradas en la zona.

Tras el altercado con agentes de la Guardia Civil, que se vieron obligados a dejar libre a un detenido ante la amenaza de una multitud que se les enfrentó, el alcalde de Órgiva, Adolfo Martín, del PP, mantuvo un encuentro con un grupo de los asistentes a la concentración, a quienes volvió a reiterarles que la Fiesta del Dragón continúa prohibida ya que carece de todos los requisitos legales para celebrarse. No obstante, accedió a la petición de los jóvenes de que puedan quedarse a descansar en la zona el fin de semana, con la condición de que no celebren conciertos ni se vendan bebidas alcohólicas.

Pese a ese acuerdo, los jóvenes que continúan llegando lo hacen con la convicción de que acuden a una gran fiesta y que no están dispuestos a perdérsela. Ayer ya había más de 300 camiones y autocaravanas en la zona, en donde también se está levantando un pequeño escenario de diez metros de anchura para celebrar conciertos acústicos.

Vida alternativa

'La Fiesta del Dragón se va a celebrar, estoy convencido', explica Oliver, un joven de Hamburgo dedicado al comercio de aparatos informáticos que aprovecha sus vacaciones para hacer una 'vida alternativa'. 'No pienso que se esté haciendo nada malo a nadie'.

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Las actuaciones acústicas podrían celebrarse a partir de esta noche. Por las dimensiones del escenario no se deduce que vaya a haber un gran derroche de watios. 'Más que con las carpas y el escenario, el ruido que tal vez pueda molestar a algunos vecinos sea el de los equipos de música de los coches con música tecno a todo volumen', explicaba uno de los pocos hippies españoles que acudieron a la cita.

La Policía Local y la Guardia Civil repartieron ayer pasquines entre todos los asistentes informándoles en castellano que la comisión municipal había ordenado la prohibición de la fiesta del año 2002. Un vehículo de los agentes municipales fue informando, además, en inglés mediante megafonía.

La decisión del alcalde de prohibir la concentración alegando que no existe organización, que se hace en una zona peligrosa y que se ha convocado sin pedir permiso, fue criticada ayer por algunos de los asistentes. El colectivo ecologista Guadalfeo señaló que, mientras Martín prohíbe la concentración, permite en las proximidades la proliferación de invernaderos, que es algo prohibido en La Alpujarra, o permite la construcción de diques.

Al encuentro hippy han comenzado también a sumarse jóvenes de Órgiva, que ayer acudieron a la zona atraidos por el ambiente de fiesta y el espléndido día. 'Estoy convencida de que habrá fiesta, y que la gente seguirá llegando de un modo u otro', explicaba Damaris, de 17 años.

El alcalde también comenzó ayer a recibir críticas después de declarar a Canal Sur Radio que la fiesta debía prohibirse porque 'hay promiscuidad' y que los niños de las familias hippies que acuden a la concentración contemplan 'actos promiscuos'.

Nada daba la impresión ayer de que el día anterior la misma zona hubiera sido objeto de un violento enfrentamiento cuando una veintena de agentes de la Guardia Civil procedía a detener a un joven que se les había enfrentado. En el forcejeo, medio centenar de asistentes a la fiesta se lanzaron sobre los agentes, agarrando y empujando a algunos de ellos. Uno de los miembros del instituto armado, al ver el cariz que tomaban las cosas, sacó su pistola y disparó al aire. Eso calentó más aún el ambiente. Rodeados, los guardias civiles se vieron obligados a sacar al detenido de la furgoneta policial, quitarle las esposas y volver a dejarlo en libertad antes de marcharse.

Unos niños, durante la concentración <i>hippy</i> en el anejo de Los Tablones, a las afueras de Órgiva.
Unos niños, durante la concentración hippy en el anejo de Los Tablones, a las afueras de Órgiva.JUAN BARRIO

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