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Entrevista:EVANDRO AGAZZI | Filósofo y químico

'Los científicos deberían comprometerse más con la divulgación'

Licenciado primero en Filosofía y después en Física, Evandro Agazzi (Bérgamo, Italia, 1934) es catedrático de Filosofía en la Universidad de Génova y presidente de la Academia Internacional de Filosofía de las Ciencias de Bruselas. La semana pasada ofreció una conferencia en San Sebastián sobre Las nuevas fronteras de la ética en la ciencia, en el marco de las VI Jornadas sobre Ciencia, Técnica, Cultura y Sociedad organizadas por la Cátedra Miguel Sánchez-Mazas de la Universidad del País Vasco.

Pregunta. ¿Cuáles son esas nuevas fronteras éticas de la ciencia a las que alude?

Respuesta. El gran problema es determinar esas nuevas fronteras, que vienen marcadas por dos hechos. Por un lado, el desarrollo de los conocimientos científicos y tecnológicos ha creado un abanico muy amplio de situaciones inéditas que antes eran impensables. Por otra parte, antes, la mayoría de las aplicaciones de los conocimientos afectaba a la naturaleza y a las cosas, mientras que ahora los avances, sobre todo en medicina y biología, conciernen directamente al hombre y plantean problemas a cerca de la legitimidad de modificar algo que antes estaba determinado por la naturaleza.

P. ¿A quién le corresponde fijar las nuevas fronteras?

R. A todos. Exige una reflexión conjunta de moralistas, filósofos, sociólogos, psicólogos, científicos, que pueden sacar a la luz diferentes aspectos que merecen ser respetados sin que se pueda exigir que uno o dos de ellos sean sacrificados frente a otros. Tradicionalmente, la moral se entendía como un conjunto de normas que hay que obedecer. La verdadera moral consiste en tomar decisiones concretas en situaciones concretas.

P. ¿Este debate multidisciplinar se puede ver coartado por los intereses económicos de los países más poderosos?

R. Los intereses económicos por sí mismos no son inmorales. La moral consiste precisamente en reconocer que hay diversos objetivos y valores que pueden ser perseguidos. El problema se plantea cuando uno de esos objetivos o valores pretende alcanzar un nivel absoluto y someter a los demás. En ese caso, caeríamos en una situación de inmoralidad.

P. Pero el peligro en este caso está ahí.

R. Sí, es cierto. Por eso es importante despertar la sensibilidad ética dentro de la sociedad, para que resista a las presiones que vienen de valores que pretenden alcanzar una fuerza desproporcionada respecto a los demás.

P. ¿Existen puentes adecuados entre la ciencia y los ciudadanos para que éstos estén informados y puedan tomar decisiones?

R. Existe un gran problema de comunicación, porque los científicos, en general, no contemplan entre sus tareas lo que se llama la vulgarización de la divulgación científica. Deberían sentirse más comprometidos con la divulgación del conocimiento y, sobre todo, deberían intervenir en los debates públicos sobre ciertos temas científicos para esclarecerlos. Y es que la mayoría de las veces se producen confrontaciones de posturas ideológicas. Por razones que nunca están claras, un cierto partido decide tomar una posición determinada y otro, otra. Unos y otros se combaten con todo tipo de argumentos irracionales, se apoyan en sentimientos oscuros de miedo y entusiasmo.

P. ¿Apela pues a la responsabilidad de los científicos?

R. Sí. Y, además, defiendo de forma decidida la existencia de un sector de investigación científica financiado públicamente, justamente para disponer de una fuente de juicio lo más independiente posible de los intereses de las empresas que pagan. Claro que nunca tendremos la garantía absoluta, porque siempre cabe la posibilidad de que influyan los intereses exteriores y porque decir público significa dependiente dependiente del poder del Estado, por lo que existe el peligro de la infiltración ideológica.

P. ¿Qué disciplinas van a ser las más conflictivas?

R. Las biomédicas, seguidas de las físicas. Aunque todavía no hemos pensado en otras ciencias, como las psicológicas, porque la intervención con psicofármacos es una intervención directa en la personalidad que, en mi opinión, puede dar problemas más complicados que los de hacer o no un cierto tipo de manipulación genética para evitar una enfermedad.

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