_
_
_
_
Reportaje:

Entre las dos Españas

El historiador Vicent Comes recupera la denostada figura de Luis Lucia con una biografía política

Miquel Alberola

El 18 de julio de 1936 el ex ministro de Comunicaciones y líder de la Derecha Regional Valenciana (DRV), Luis Lucia, viajaba en tren con destino a Lourdes (Francia). Durante el trayecto tuvo noticia de la sublevación militar que se había producido en distintas partes de España, y que supondría el inicio de la Guerra Civil, pero en vez de seguir su viaje hacia un cómodo exilio, se bajó del tren y tomó otro en sentido contrario. Lucia regresó a Valencia, de donde había salido huyendo unos días antes, y en el viaje redactó un texto de adscripción a la II República que fue difundido por radio y publicado en algunos periódicos. Ese gesto lo convirtió en desafecto a ojos del alzamiento, y sin embargo no le mereció la simpatía del bando republicano.

Fue un desafecto para los nacionales y no tuvo la simpatía del bando republicano
El mismo sumario elaborado por la defensa sirvió para condenarlo a muerte

Éste fue el principio de un calvario que ahora el historiador Vicent Comes, autor de diversos estudios sobre el carlismo, el catolicismo político y la DRV, desovilla y recupera para la memoria en el libro En el filo de la navaja, una biografía política de Luis Lucia (Coves de Vinromà, 1888-Valencia, 1943), publicado por Biblioteca Nueva. El de Lucia constituye uno de los casos más dramáticos, según reconoce en el prólogo el también historiador Hilari Reguer, de lo que Paul Preston denomina 'la tercera España', una intersección de políticos moderados que no lucharon en ninguno de los dos bandos y que a menudo, como es el caso de Lucia, terminaron aplastados entre ambas fuerzas.

A finales de 1929, vísperas de la II República, Lucia había escrito una serie de reflexiones que publicaría primero en Diario de Valencia (periódico que él mismo impulsó en 1911) y luego agruparía en el libro En estas horas de transición, cuyo contenido constituiría la base doctrinal y programática de un nuevo partido, la DRV, que se registraría en marzo de 1930 y demostraría una gran capacidad de organización y movilización. Consciente de la diversidad de realidades, Lucia prefería, frente a un gran partido monolítico para toda España, una suma de aportaciones políticas regionales que convergieran en una organización fuerte. Desde esta convicción, en 1932 propició la creación de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), organización que ganaría las elecciones ese mismo año y de la que Lucia, junto a José María Gil-Robles, fue uno de sus activos más importantes. Pero lo que en principio fue compenetración entre ambos líderes se convirtió en tensión en los días en que fueron miembros del Gobierno, en los que Gil-Robles ya derivaba de dirigente a jefe, en la más pura sintonía italiana.

En 1936 en la DRV había dos tendencias: la más conservadora, que era mayoritaria y apostaba por la insurrección militar, y la de Lucia y algunos seguidores, que sostenían que la solución militar no era oportuna y propugnaban un gobierno de concentración entre la derecha y la izquierda presidido por Indalecio Prieto. El ruido de sables trajo consigo varios altercados en Valencia que culminaron con un ataque a la sede de la DRV el 11 de julio, en el que Lucia tuvo que salir por piernas con su familia hacia Benicàssim. El día 13, ante el asesinato del ultraconservador José Calvo Sotelo, algunos miembros de la DRV aconsejaron a Lucia que saliese de España, y es en ese viaje hacia Lourdes donde conoce la sublevación militar, que en Valencia fracasa y provoca un estado de represión contra su partido.

Pese a su acto de legitimismo republicano, Lucia fue detenido finalmente por miembros de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), empezando su camino hacia lo que Comes define como 'la soledad de un incómodo'. De la prisión Modelo de Valencia pasó a la de Barcelona a finales de 1937, cuando el Gobierno de la República se trasladó a Cataluña, ya de camino hacia el exilio. Con tan mala suerte, que el mismo extenso sumario elaborado por la defensa con declaraciones de destacadas personalidades de la zona republicana sirvió para condenarlo a muerte cuando las tropas nacionales entraron en Barcelona. Las gestiones del influyente Joaquín Maldonado y del arzobispo de Valencia, Prudencio Melo, así como las del cardenal catalán Francisco Vidal y Barraquer en el Vaticano, lograron que le fuera conmutada la pena por el destierro a Palma de Mallorca.

Lucia, gravemente enfermo, fue autorizado a ser operado en Valencia, donde moriría la noche de Reyes de 1943. Siendo una de las figuras más sólidas de la política valenciana, sobre su figura cayó una espesa sombra de silencio oficial que terminaría por sepultarle en la ignorancia. Hasta el punto que su reconocimiento es todavía una asignatura pendiente para la derecha valenciana.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_