Toda una vida de instituto en instituto
Tres profesores interinos relatan su inestable trayectoria profesional y plantean soluciones para este colectivo docente
Los interinos de la enseñanza vuelven hoy a la calle para exigir a la Consejería de Educación que fomente un plan de empleo que dé estabilidad a este colectivo hasta que puedan acceder a la función pública andaluza. Por ello, solicitan también al Gobierno central que modifique el actual sistema de acceso.
Más de 19.000 profesores interinos están llamados hoy a una nueva jornada de protesta por las calles de Sevilla. El Sindicato Andaluz de Docentes Interinos (SADI) ha convocado esta nueva movilización para exigir por enésima vez a las distintas administraciones, central y autonómica, que den una solución definitiva a la situación de precariedad e inestabilidad laboral que padece este colectivo desde hace casi 20 años.
La modificación del actual sistema de acceso a la función pública y la adopción de medidas excepcionales como las adoptadas con los interinos de la sanidad pública -75.000 interinos de la sanidad podrán ser fijos antes de finales de año a través de una gigantesca oposición, única y simultánea- son las reivindicaciones que plantean los interinos al Gobierno central.
A la Junta de Andalucía -que a mediados de los años 80 inició la contratación masiva de interinos para poder aplicar lo recogido en la LOGSE- se le exige que promueva un plan de empleo autonómico que dé estabilidad a los docentes interinos hasta que éstos logren su acceso definitivo a la función pública andaluza.
Demandas que, según aseguran tres profesores interinos, Ventura Martín Sánchez, José Palomo Pachón y Jesús Caballero Ragel, serían suficientes para acabar en poco tiempo con un problema que en Andalucía afecta a cerca de 20.000 personas. Y a sus familias.
Inestabilidad
Este es el caso de José Palomo Pachón, profesor de Filosofía en el instituto P. L. Coloma de Jerez (Cádiz). A este docente granadino de 41 años su inestabilidad laboral le costó el matrimonio, casi quedarse sin amigos y llegar a las puertas de una crisis identitaria motivada por los incontables cambios de residencia que ha tenido que realizar en los 15 años que lleva de servicio.
'Acabé la carrera en 1984 y me encerré en casa para prepararme la oposición. La aprobé, aunque sólo convocaron tres plazas en toda Andalucía y me quedé sin puesto. Y ahí empieza mi periplo laboral. Me contratan en un centro privado un año; luego abren las bolsas de interinos y por mi expediente me contratan para hacer sustituciones. Al año siguiente hay una vacante y me mandan a Estepa, aunque yo soy de Granada. Y mientras, la administración sacando una o dos plazas de mi especialidad cada año...', recuerda Palomo de los primeros y duros años de servicio. Pero la cosa fue a peor.
'Un curso después me mandan a Aracena, en Huelva. Esto ya fue la locura, porque ir a ver a mi familia a Granada los fines de semana era una odisea. Sólo pasaba 12 horas con ellos y el resto de viaje'. Fiñana (Almería); La Zubia y Zaidín (Granada); Antequera (Málaga) y Loja (Granada) completan el periplo docente de Palomo, que explica así todos los inconvenientes que esta obligatoria movilidad le ha causado: 'Todo esto conlleva el divorcio, no poder pensar en tener hijos, perder contacto con mi gente y tantos cambios personales que como no seas una persona centrada te llevan directo al psiquiatra'.
Ahora, a este profesor de Filosofía le parece 'increíble' llevar ya cinco años 'viviendo en la misma casa' en Cádiz, provincia en la que vive y que también ha recorrido de insituto en instituto.
No menos ajetreada ha sido la trayectoria profesional de su compañero Jesús Caballero Ragel, que a sus 38 años y 11 de servicio ha dado ya clases en 19 centros distintos, 'al menos todos de la provincia de Cádiz'.
'Yo estudié Historia del Arte. Acabé en 1987 y cogí uno de los primeros trabajos basura que se ofrecieron de bibliotecario en el Ayuntamiento de Jerez. Seis meses después me echaron y me llamaron para montar con dos presos la biblioteca de la cárcel de Jerez. Otros seis meses y a la calle. Entonces preparo mi oposición, pero sacan media docena de plazas para 5.000 opositores. Los dos primeros años no hice más que sustituciones, pero en nueve centros. Después todo ha sido cambiar de centro, hasta 19, con lo cual no sé ni donde estoy', comenta Caballero, aprobado sin plaza en 1992 y que en la actualidad da clases en el instituto Fernando Quiñones de Jerez.
'He llegado a dar hasta 14 asignaturas distintas a mi especialidad. Una vez hasta me exigieron que diera Francés, a lo cual me negué, porque no tengo ni idea y me pareció que eso era tomarle el pelo a mis alumnos', rememora con cierta indignación Caballero. 'Todo esto sin contar que, además de estar peor pagado, siempre te tocan los peores grupos, las peores tutorías...'
Incertidumbre
La misma incertidumbre laboral pesa sobre Ventura Martín Sánchez, profesor de Educación Física en el instituto Francisco Romero de Vargas de Jerez. Está casado y tiene un hijo de dos años. A sus 42 años lleva ya 18 de servicio, 'aunque gracias a Dios al estar muy arriba en la lista no he tenido que abandonar Cádiz para dar clases como otros que se han recorrido Andalucía', afirma.
El caso de Ventura es más atípico si cabe. Él no puede optar a las oposiciones por el simple hecho de que cuando se le contrató en 1984 no era requisito tener la titulación. 'Somos 40 compañeros de los denominados Personal Vario Interino (PVI) que fuimos contratados en 1984, antes de que se aprobara la Ley de la Función Pública. A partir de entonces se suponía que quien no tuviera titulación no podría dar clases, pero como hacía falta gente siguieron tirando de los PVI. Y así seguimos 18 años después, considerados por la administración como interinos, sin serlo, y en una situación tan irónica como ser parte de un cuerpo a extinguir. Ahí seguimos, con el miedo en el cuerpo y sin saber qué va a ser de nosotros', cuenta Ventura.
Estos tres profesores tienen muy claras las soluciones que ambas administraciones han de aportar para solucionar esta situación. Y si algo tienen de verdad muy claro es que el actual sistema de oposiciones no es una de ellas.
'Es que de aquí se deriva eso tan extendido de que los interinos no estudian. Pero es que la ley dice que han de hacerse en igualdad de condiciones y dime tú que igualdad puede tener un profesor que trabaja a diario y que hace 20 años que acabó la carrera con un chaval recién licenciado que no tiene nada más que hacer que prepararse la oposición', explica Caballero.
'Yo quiero que se dignifique nuestra profesión. Yo no soy un interino, yo soy un profesional de la enseñanza. Llevo 15 años en esto y ninguno he trabajado menos de 40 horas a la semana. Creo que ya está bien. Yo soy un trabajador y reivindico mis derechos como tal, aunque la administración diga que soy otra cosa, no sé bien qué', remacha José Palomo.
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