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Rojo apoyará a Totorika como líder de los socialistas vascos por su trayectoria personal

El PSE de Álava, que aporta 46 delegados al congreso, reclama un partido con iniciativa

El líder del PSE de Álava, Javier Rojo, confirmó ayer que apoyará la candidatura de Carlos Totorika como secretario general de los socialistas vascos en el congreso que se celebrará el próximo fin de semana. Rojo, que era el candidato de consenso que defendía la ejecutiva del PSOE, resaltó la trayectoria personal de Totorika, alcalde de Ermua y abanderado de las tesis del sector del anterior responsable del PSE, Nicolás Redondo. Rojo exigió más protagonismo para la provincia de Álava y un líder fuerte, con iniciativa propia, porque un partido 'dividido' es un 'proyecto inútil'.

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Javier Rojo organizó ayer un acto con los cargos públicos y los delegados que el PSE de Álava aportará al congreso para dejar claras las ideas y las pretensiones con las que los alaveses acudirán a la batalla por el liderazgo en el socialismo vasco. Aunque en su declaración política no mencionó de manera expresa sus preferencias por Totorika, después, a preguntas de los periodistas, Rojo aseguró que su voto va a ser para el alcalde Ermua porque cree en lo que dice y comparte su trayectoria.

La localidad vizcaína se convirtió en 1997, bajo el liderazgo de Totorika, en el emblema de la lucha ciudadana contra ETA, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, uno de los concejales del PP en ese pueblo.

Aunque Rojo no llegó a descalificar a los otros dos aspirantes a la secretaría general, Gemma Zabaleta y Patxi López, sí reprochó a éste que no se haya puesto en contacto con él después de fraguar el Pacto de San Marcos (la alianza entre un sector vizcaíno y la dirección guipuzcoana) para decirle lo que piensa hacer. 'Álava es un territorio pequeño y como tal su incidencia orgánica es menor, pero el congreso no debe basarse en una clave cuantitativa, sino cualitativa', advirtió. El PSE alavés contará con 46 delegados, de los que la mayoría son afines a las tesis defendidas por Rojo.

Dirección no excluyente

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Su principal preocupación es que la dirección que salga triunfadora del congreso no sea excluyente. 'Creo en la cohesión y en un partido unido, porque dividido es inútil', recalcó. Para Rojo, el nuevo secretario general tendrá que ser una especie de 'mago' que logre 'pegar lo que es en estos momentos el partido, tejer lo que ha quedado fuera y sumar lo que, evidentemente, ha quedado en la resta'. Aunque reconoció que el panorama es complicado, también apuntó que 'cuando uno quiere, lo puede hacer'.

La nueva dirección política tiene la 'enorme responsabilidad', según Rojo, de mejorar el partido, de 'hacerlo más grande, más eficaz, más integrado y más capaz hacia afuera'. Pero además, y hacia adentro, el futuro secretario general debe convertir al PSE en un partido más 'solidario, más próximo y humano para con sus propios militantes'.

Los socialistas afrontan el congreso del próximo fin de semana convertidos en el objetivo de la organización terrorista ETA. Esta circunstancia estuvo muy presente a lo largo de todo el discurso que Rojo dirigió a los delegados alaveses. Por eso, volvió a reiterar la necesidad de impulsar candidaturas conjuntas de los partidos democráticos en aquellos municipios donde la presión terrorista y de sus simpatizantes haga imposible a PSE y Partido Popular presentar candidatos por separado. 'Ante situaciones excepcionales, soluciones excepcionales', dijo.

También abogó por convertir al socialismo en Euskadi en un referente del discurso por la paz y el antifascismo, reivindicando 'las ideas de progreso frente a un nacionalismo etnicista, irredento y milenarista' y 'la persona y la ciudadanía frente al patriotismo'. Un discurso tolerante, pero firme ante los violentos y quienes les apoyan.

Rojo indicó que los socialistas tienen ante si el reto de construir un liderazgo político y social para Euskadi. 'Tenemos que hacer que el socialismo vasco sea el lugar de encuentro de quienes piensan la izquierda como proyecto común', señaló. Sin embargo, lamentó que la violencia y la monopolización del debate antiterrorista estén impidiendo el debate ideológico.

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