El Deportivo, en estado de gracia
El cuadro gallego resuelve en la primera media hora gracias a tres goles de Tristán
Cuando un equipo atraviesa el momento que vive el Deportivo, es difícil que partidos como el de ayer se le escapen. La confianza que rezuman los gallegos es lógica si se comprueba que la suerte también está con ellos. Ayer actuó como los equipos grandes, decidió el partido en sus primeras llegadas y dio por zanjado un choque en el que se preveía batalla.
Los coruñeses se encontraron con una ventaja de dos goles cuando el partido no había hecho más que comenzar y supieron administrar la renta hasta sacarle el máximo partido. Esta vez no hubo rotaciones e Irureta decidió alinear el mismo once que los aficionados deportivistas empiezan a recitar de memoria. Sólo Héctor, en lugar del sancionado César, fue novedad en la alineación. Un partido al que los gallegos le dieron mucha importancia. Algo bastante significativo si se tiene en cuenta que la Liga se decide en el último tramo y en campos como El Sadar.
OSASUNA 1| DEPORTIVO 3
Osasuna: Unzué; Yanguas (Iván Rosado, m. 61), Contreras, Cruchaga, Josetxo; Alfredo, Puñal (Muñoz, m. 83), Palacios (Lecumberri, m. 46), Rivero, Gancedo; y Aloisi. Deportivo: Molina; Scaloni, Héctor, Naybet, Romero; Mauro Silva, Sergio (Duscher, m. 85); Víctor, Valerón, Fran (Capdevila, m. 80); y Tristán (Makaay, m. 82). Goles: 0-1. M. 6. Tristán controla el balón en el área y bate a Unzué por bajo. 0-2. M. 18. Tristán pica el balón. 0-3: M. 31. Tristán, de penalti. 1-3. M. 92. Aloisi, de penalti. Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Mauro Silva, Yanguas, Contreras y Rivero. 16.222 espectadores en El Sadar.
Conducido de nuevo magistralmente por Valerón, el Depor dio una nueva muestra de que en sus filas el sacrificio no está reñido con el talento. Ese equilibrio, esa perfecta proporción entre líneas, es la que tan buenos frutos le está dando. Mauro Silva, Sergio y Valerón forman en el centro del campo un triángulo que hace de embudo para el rival y por el que es imposible drenar el juego.
Y para poner la guinda, la resolución, la eficacia: Diego Tristán. Un delantero antes discutido pero sobrado de talento, que ayer en media hora ya había obligado a Unzué a sacar el balón de dentro de su portería en tres ocasiones. Osasuna, mientras tanto, trataba de resguardarse del vendaval. Los rojillos pusieron tesón pero en todo momento se palpó que enfrente había demasiado equipo para ellos. Le jugó una mala pasada también la falta de concentración. Salir ante el Depor sin la motivación necesaria puede traer consigo despistes defensivos como los de los dos primeros goles. Se obcecaron además en discutir la actuación arbitral -pésima-, dejando de lado el encuentro.
Por todo ello, la sensación era la de que el partido estaba resuelto transcurrida tan sólo media hora. Únicamente quedaba la incógnita de comprobar qué actitud adoptaría el Depor. Si dejaría pasar los minutos en un ejercicio de relajación o, si por el contrario, trataría de corroborar su buen juego con más goles. Y lo cierto es que en el segundo tiempo levantó un poco el pie del acelerador. De forzar un poco más la máquina, la goleada hubiese podido ser de escándalo.
Los habituales suplentes, caso de Makaay o Capdevila, tampoco tuvieron mucho tiempo para el disfrute y se encontraron con un partido absolutamente resuelto en el que resultaba difícil motivarse. Fue un segundo tiempo baldío, en el que Osasuna tampoco puso muchos reparos a la victoria deportivista. Sólo en los últimos minutos.
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