Una crisis sobre la que se pasó de puntillas

El peculiar relevo de titulares en las consejerías andalucistas de hace justo un mes es el hecho más significativo del gabinete de coalición en este segundo año de mandato. El secretario general del PA, Antonio Ortega, había comunicado a Manuel Chaves un año atrás que antes de las elecciones de 2004 dejaría la Consejería de Relaciones Institucionales y saldría del Gobierno para potenciar su candidatura a la Junta. Tras sucesivos anuncios de campañas de diferenciación del PSOE sin resultado alguno, Ortega cambió de opinión y decidió saltar al otro departamento del PA, Turismo y Deportes, con más medios económicos y, sobre todo, proyección ante la sociedad.

El inquilino de la consejería, José Hurtado, fue desalojado de un plumazo y los andalucistas explicaron las razones del cambio sin recurrir a la retórica: el nuevo líder del partido se colocaba en el sitio más relevante y en el sector económico más importante de Andalucía. Así de sencillo.

La diligencia con la que Manuel Chaves y el PSOE han pasado página de la sorpresiva operación de sus socios -calificada como 'anécdota' hace sólo unos días por el consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías- dan muestra del engorro que ha supuesto para el Ejecutivo esta maniobra de imagen del PA. La velocidad para correr un tupido velo no oculta, sin embargo, que el procedimiento haya sido, cuanto menos, atípico, ya que el presidente y su partido conocieron la intención de los andalucistas de realizar una crisis de Gobierno al mismo tiempo que los medios de comunicación.

El Partido Popular no ha prestado mucha atención a lo ocurrido y ha pasado de largo. Ni siquiera ha pedido explicaciones de los cambios a Chaves en el Parlamento como ha hecho Izquierda Unida.