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Columna
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Juanito

Veamos Juanito, ¿tú participas o te esfuerzas? Si dice que participa, entonces no hay duda, se educó en la LOGSE. En el caso de que prefiera el esfuerzo, es que está orientado hacia la Ley de Calidad. Y es que las leyes de educación no son gran cosa, porque al final todo depende de los reglamentos. Sin embargo, el espíritu de la ley, el preámbulo, eso lo dice todo. Juanito LOGSE lo tenía muy claro, porque los valores más frecuentes que citaba eran participación, capacidad y respeto. Por el contrario, Juanito Calidad destaca en su preámbulo el esfuerzo, el conocimiento y la familia. La nueva ley no es un proyecto original, es una contestación al fantasma de la antigua.

Con la LOGSE no hacía falta aprender, porque si adquieres algo parece que se lo quitas a otro, bastaba con participar que queda más lindo. Pero en la nueva ley se llega a decir que no hay aprendizaje sin esfuerzo, algo que contradice a todas las academias de inglés que reparten lengua en la playa, en la piscina y hasta durmiendo. Los bebés aprenden un montón en los primeros meses, pero ahora sabemos que son bebés esforzados y todo gracias a la nueva ley. El perro de Paulov, que segregaba jugos gástricos nada más escuchar los pasos cojitrancos del mozo de laboratorio que le llevaba comida, no sufría de condicionamiento, es que también era un perro esforzado. Está claro que era un animal prerrevolucionario, de calidad, como le gustan al ministerio. No es una nueva ley, es una vieja teoría del aprendizaje, las cosas más importantes sólo se aprenden a través del sufrimiento, como decían los clásicos.

Eso sí, ya sea Juanito LOGSE o Juanito Calidad, no consigue estudiar tranquilo durante mucho tiempo, porque se ve obligado a transitar y circular continuamente por las leyes. Son los itinerarios, auténticos conflictos para la seguridad vial de la educación. Y los profesores, muy a su pesar, se convierten en los guardias del caos circulatorio. El padre de Juanito sólo podía estudiar en la rama de ciencias o en la de letras. Cuando se matriculaba, le preguntaban en qué rama quería estudiar y él se ofendía exigiendo una silla, como los de la privada. En la rama o en una silla, se quedaba sentado a la espera de las clases y todo su problema era que no le quitaran el sitio. Ahora no, nunca están quietos, viajan continuamente por los itinerarios, circulan tan de prisa que casi no pueden saludar a los amigos, a maestros y mucho menos a los libros. Juanito no estudia, navega.

Podemos seguir discutiendo sobre cómo distribuir mejor los recursos educativos, si es más igualitario participar o esforzarse. Pero mientras las leyes de educación se parezcan cada vez más a los desastres ecológicos, pronto llegará el momento en que no quede nada que repartir, alcanzaremos el conocimiento cero, como ahora ocurre con la tolerancia.

Cuando Juanito acabe los estudios, después de varios años de navegación itinerante, será un fuera de la ley, porque todo su conocimiento lo habrá adquirido al margen del sistema educativo. Mira por dónde, igualito que en Operación Triunfo, la última esperanza del padre de Juanito.

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