Luz, mar y modernismo
La combinación de este urbanismo tranquilo, sin demasiadas estridencias, con la atracción de la luz y del sol, es lo que, como le sucediera hace más de cien años a Santiago Rusiñol, empezó a atraer en los años cincuenta a un tipo de turismo -el formado por el mundo gay- que, unido al espíritu tolerante de los ciudadanos de Sitges, ha colocado a la ciudad en las preferencias del mundo homosexual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.