La humillación, semilla del odio
El Ejército israelí está completando una operación a gran escala en los campos de refugiados y ciudades de Cisjordania y Gaza. (...) Unos 2.000 hombres han sido interrogados y unos pocos permanecen detenidos como sospechosos de pertenecer a grupos terroristas. Aparentemente, el principal objetivo de la operación ha sido dejar claro que los campos de refugiados no estarán a salvo del esfuerzo por atacar la infraestructura terrorista.
Es imposible ignorar la naturaleza de la operación, que se desvía de la política declarada hasta la fecha, que hacía una distinción entre los terroristas y la población, con la que Israel no deseaba entablar ningún conflicto. En esta ocasión, el Ejército ha causado dolor y humillación deliberadamente a muchos palestinos. No hay otra forma de interpretarlo: el Gobierno de Israel, por medio de su Ejército, buscó la humillación como forma de presión o castigo.
La idea de humillar parece algo filtrado desde el Gobierno y que ha calado en los soldados. Ariel Sharon quería humillar al presidente de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat, al encarcelarle en Ramala. Sin duda, los oficiales y soldados actúan con el espíritu del comandante supremo. Las acciones que hieren a la población y encierran humillaciones a civiles sabotean la oportunidad, mínima en todo caso, de alcanzar un alto el fuego, cualquier acuerdo o la conciliación. Con la llegada del enviado de EE UU, el Gobierno debería actuar con juicio sereno y templado. En vez de sembrar odio, debe hacer esfuerzos para lograr la calma y retomar la senda de la política.
Tel Aviv, 13 de marzo