Aclaración
Les remito la presente respecto de la noticia que apareció el lunes 4 de marzo titulada Masones con derecho a discrepar.
Entrando en el contenido de la sentencia a la que se refiere el artículo, el problema que se suscitaba ante el tribunal no era la limitación a los derechos del señor Melgar, sino si el mismo había comprendido el alcance de esta voluntaria limitación de derechos y, por tanto, si había llegado a comprender qué conductas son consideradas rechazables o no colectivamente por la Gran Logia de España y sus miembros; en definitiva, si existía la tipificación de la conducta sancionada.
En su artículo no expresa, con el debido reconocimiento, la profunda relación de los demócratas y la democracia con la francmasonería, relación que se establece por una causa: impregna su organización, dentro de su sistema de relación interna, y ello porque es esencial para la masonería el formar hombres honestos, de espíritu tolerante y liberal para la sociedad en la que vive; unas veces lo consigue, y otras, lamentablemente, no. De ahí que la masonería se hayamantenido siempre al lado de la ley y hasta intentado la mejora de la sociedad a través de los procedimientos más cercanos a su espíritu de tolerancia, libertad y fraternidad. Resulta doloroso para la institución que se utilice el término de 'fascista', lo que puede inducir a pensar que así fuera, cuando ustedes saben que precisamente ha sido una institución perseguida por los fascistas y totalitarios, no en balde así lo hicieron el general Franco por una parte y Stalin por la otra.
En conclusión, las dos ideas básicas de la sentencia, contra la que ya se ha anunciado el recurso de casación, en el fondo están alterando principios masónicos muy arraigados, en el sentido de que la masonería no irrumpe en la sociedad con sus principios buscando acólitos, ni sus miembros deben llamar a la puerta de nadie. La masonería debe mantenerse en un discreto plano formativo de sus miembros en la tolerancia, la libertad y la fraternidad humana, y ocasionalmente, para evitar desconfianza, asistir a conferencias y cursos para que se conozcan nuestras actividades. En el segundo punto de la sentencia he de reconocer que la falta de tipificación es posible dado que difícilmente se pueden tipificar las conductas y valores morales.
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