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Reportaje:DIVULGACIÓN | Muestra de actualidad científica

Cómo mirarse el propio ADN

Unas 50.000 personas asistieron a la feria Madrid por la Ciencia, con participación de colegios y centros de investigación

Difícil saber quién se divirtió más, si quienes explicaban la ciencia o quienes jugaban con ella. El pasado fin de semana asistieron unas 50.000 personas a la feria Madrid por la Ciencia, organizada por la Comunidad de Madrid y en la que participaron 57 colegios e institutos de enseñanza media, 10 centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y varias universidades públicas, museos y otros organismos relacionados con la ciencia. Se trataba de presentar experimentos que divirtieran y a la vez estimularan las ideas, diseñados tanto por científicos profesionales como por chavales de instituto.

En el recinto del Centro Nacional de Biotecnología, del CSIC, el secretario de Estado de Política Científica, Ramón Marimón, pudo ver la famosa molécula que muchos científicos españoles quisieran poder estudiar más en detalle: el ADN. Es más, lo que vio Marimón fue nada menos que su propio material genético, en forma de pequeño hilillo blanco inmerso en alcohol. 'Es un experimento que se puede hacer en casa muy fácilmente', explicó el promotor de la experiencia, el biólogo del CNB Miguel Vicente. 'Así la gente ve que el ADN está en todas sus células. Es una forma de que se pierda el miedo a todo lo relacionado con la genética', dice. Le rodean tubitos con el ADN de una treintena de organismos, cada uno con un objeto alusivo - por ejemplo, papel higiénico junto al de la bacteria e.coli, que provoca diarrea-. Los monitores, jóvenes investigadores, hacen turnos: 'Es muy divertido, pero también muy cansado'.

El Planetario de Madrid montó un espectáculo de títeres sobre la Luna y el Sol

La receta para verse el ADN es: verter una cucharada sopera de agua (del grifo vale) en un vaso; enjuagarse la boca medio minuto -sin echar saliva- y devolver el líquido al vaso; añadir una cucharada de solución de sal y otra de lavavajillas diluido; inclinar el vaso y dejar resbalar por su pared un chorrito de alcohol sin que se mezcle con el resto del líquido; esperar un minuto sin moverlo, y ya está: el ADN aparece en forma de hilillos blanquecinos -para verlos mejor se pueden enrollar en un palillo y trasladar a otro vaso con unas gotas de alcohol-.

En la otra punta del pabellón, unas chicas de instituto se agolpan alrededor de un joven investigador del Centro de Biología Molecular (CSIC /Universidad Autónoma de Madrid) que les explica más sobre genética. En la pantalla de su ordenador van pasando imágenes ampliadísimas de moscas del vinagre, una con patas en la cabeza, otra con ojos enfermos. 'Esto puede ocurrir con una sola mutación en un gen. Nosotros los estudiamos para saber qué genes intervienen en el desarrollo de un organismo', explica el investigador, vestido con bata de laboratorio. '¿Hay moscas de ésas en la calle?', pregunta una chica con una mueca.

Por alguna razón, en el recinto de un grupo de estudiantes de telecomunicaciones el público es exclusivamente masculino, aunque de todas las edades. Se amontonan todos en torno a una especie de tatami donde evolucionan dos robots, uno un cubo de unos 30 centímetros de lado y otro una pirámide. Luchan -Combate de sumo, anuncia un cartel-, y ganará quien saque al otro de la arena.

En el IES Ana Ozores miden el pH del agua antes y después de que un voluntario la enriquezca con oxígeno soplando por un tubito. Un sistema informático muestra en gráficas cómo evoluciona el experimento.

'No lo hemos hecho todo nosotros', confiesa una de las encargadas, que no esconde su sentido práctico: '¿Que si nos gusta estar explicando esto? Sí, bueno, pero si nos pagaran estaría mejor'.

Está muy lleno un recinto dedicado al deporte. Hay chavales que miden la fuerza con que se chuta un balón, y otros que toman el pulso a los voluntarios que pedalean en bicicletas estáticas a ritmo de bakalao. Los monitores, del IES Dionisio Aguado, se quitan mérito: 'Sí, viene mucha gente. Pero creo que es por la música', dice uno.

También estuvo muy solicitada la cámara de infrarrojos instalada por el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), que revela la diferente temperatura de los cuerpos. En el mismo recinto se exhibía un meteorito en una vitrina, de cuya autenticidad muchos desconfiaban por ser 'igual que una roca cualquiera'; y el robot subacuático con que los investigadores exploran los fondos de Riotinto, en Huelva, donde se han hallado microorganismos capaces de sobrevivir en un medio muy ácido.

Para los más pequeños, el Planetario de Madrid montó un espectáculo de títeres que hablaban de la Luna, los planetas y el Sol, una estrella que se podía contemplar en directo fuera del pabellón gracias al telescopio instalado por el planetario. '¿El Sol? Yo sólo veo una bola amarilla', decía escéptico un chaval. 'Pues eso', le respondía su novia.

Un niño construye un modelo en la feria Madrid por la Ciencia.
Un niño construye un modelo en la feria Madrid por la Ciencia.SANTI BURGOS

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