Una pelota entre lo viejo y lo nuevo
Como en Chamartín hace una semana, en el Deportivo se unieron lo nuevo con lo viejo, y de ese dispar matrimonio salió otro partido excelso. Lo nuevo del equipo, representado por Valerón y Tristán, se encontró con la vieja alma del Superdepor, que pervive al paso de los años encarnada en Mauro Silva y Fran. Y con esa mezcla entre los capitanes de antaño y la sangre joven, el Deportivo confirmó todo lo que había anunciado con la gesta del Centenariazo: el equipo de Irureta está en la cima del fútbol continental y aspira con fundamento a ganar su máxima corona. ¿Cuántos equipos hay en Europa capaces de marcar dos goles tras media docena de toques como hizo anoche el Deportivo?. Y si eso no basta, ahí están los nombres de las víctimas que ya se ha cobrado el Depor: Manchester, Juventus y Arsenal, a la altura de un campeón de Europa.
Por el momento, la exhibición de Highbury ya ha convertido al Depor en equipo de cuartos de final. Es más, un empate la próxima semana en Riazor ante el Bayer Leverkusen le haría automáticamente campeón de grupo. A la autoridad con que ha ido pasando las eliminatorias el Deportivo, se unen algunas señales que parecen hablar de cierto magnetismo entre el equipo y la competición: Molina, a quien tantas veces se le reprochado que no paraba un penalti, volvió a repetir anoche la hazaña de Turín y le detuvo otro a Henry.
Pero al margen de estadísticas y curiosidades, lo que vuelve a disparar todos los sueños deportivistas es la imagen de la gloriosa primera parte de anoche, que convirtió a Highbury y al Arsenal en involuntario testigo de un indescriptible recital de toques. Ahí volvieron a sobresalir Tristán y Valerón, la pareja artística que ha guiado al equipo durante todo el curso. Ellos han estado en todas las grandes citas. Mauro Silva y Fran, sin embargo, se han hecho de rogar. Es más, hace algunas semanas había elementos para pensar que tal vez se les estaba acercando la hora.
El brasileño hasta llegó a probar -con la misma profesionalidad que pone en todo- las amarguras del banquillo. Pero su último mes ha sido fulgurante. En Chamartín lideró al equipo y en Highbury borró cualquier sombra de duda en el duelo que algunos le habían planteado con Vieira. El primer gol nació de una acción que evocó sus mejores tiempos: el poderío para robar una pelota y la clase para tocarla luego de espuela.
Fran se apagó en la segunda parte: el físico nunca ha sido su fuerte. Pero en la primera participó de la fiesta soltando cohetes como el que más. Era raro que tardara en encontrarse con Valerón, a quien tanto le une su modo de ver el fútbol. En Chamartín se preparó el acercamiento y anoche se consumó en Londres. De Mauro a Fran, de Fran a Valerón, de Valerón a Tristán, la pelota reinó en Highbury entre lo viejo y lo nuevo.
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