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Un holandés se suicida tras tomar 20 rehenes en protesta contra la TV

Asalto de un enfermo mental a una de las mayores torres de Amsterdam

Isabel Ferrer

Un hombre de 59 años, con problemas psiquiátricos, se suicidó ayer de dos tiros en la cabeza en la torre Rembrandt, uno de los edificios de oficinas más altos de Amsterdam, tras retener a veinte rehenes a punta de pistola durante siete horas. Aunque amenazó con volar el inmueble, sólo pretendía llamar la atención sobre lo que consideraba un abuso de los fabricantes de televisores, en particular Philips, por vender 'basura creativa'.

Si bien el asalto carecía de móviles políticos, la policía tomó toda clase de precauciones dado que se cumplía el sexto mes de los atentados del pasado 11 de septiembre en Nueva York.

Los servicios de seguridad de la torre Rembrandt, que alberga las compañías financieras Merrill Lynch, Lehman Brothers, ING Bank Group y Rabo Securities, trataban de averiguar anoche cómo pudo entrar un visitante con dos pistolas y una maleta supuestamente con bombas. Según la policía holandesa, que paralizó casi todo el día el tráfico ferroviario y los metros que llegan a la estación Amstel, próxima al inmueble asaltado, el secuestrador sentía fobia por los televisores de pantalla panorámica. También señalaron los agentes que el fallecido había presentado sin éxito numerosas reclamaciones a la multinacional Philips contra los 'mensajes secretos' que, según él, aparecían en las franjas que enmarcan las películas filmadas en panavisión.

El asaltante había penetrado en la torre, de 135 metros, hacia las nueve de la mañana. Después de dejar con gran estrépito una maleta sobre el mostrador del vestíbulo, anunció que se trataba de un secuestro y estaba dispuesto a volarlo todo. En una serie de mensajes remitidos a varios medios de comunicación durante las siete horas siguientes, calificó a los vendedores de televisores de gran formato de 'manipuladores que endosan a la gente basura creativa'. Para dejar bien clara su postura, obligó a sus rehenes a colgar en las ventanas unas pancartas donde podía leerse: 'Nosotros engañamos'. Como la oficina central de la multinacional Philips en Amsterdam estuvo hasta hace seis meses en el edificio, de 35 pisos, se creyó al principio que podía tratarse de una acción política contra la firma.

Tras intensas negociaciones con psicólogos y expertos policiales, dio la sensación de que el secuestrador había sacado de quicio un problema de índole personal y buscaba una salida. Hacia las 15.00 cortó la comunicación con el exterior con la excusa de ir al cuarto de baño a refrescarse. Media hora después se pegó dos tiros en la cabeza. Los rehenes abandonaron la torre ilesos y lo mismo ocurrió con los ocupantes de los pisos superiores, a los que la policía había aconsejado quedarse en sus oficinas. Buena parte de las casi 300 personas que trabajan allí en unas 56 empresas había escapado ya por la escalera de incendios.

La dirección de Philips, instalada en una torre contigua a la de Rembrandt, expresó ayer su alivio porque la situación se hubiera resuelto sin víctimas inocentes.

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Torre Rembrandt
Torre RembrandtEPA

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