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LA CRÓNICA
Columna
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La primavera ha venido...

... y TV-3 no sabe cómo ha sido. Sí señor, porque la primavera llegó a Barcelona el pasado jueves, que era día 7, y nuestra bendita televisión no estaba allí. Y eso que estaba todo el mundo que tenía que estar para certificarlo: este diario, por supuesto, y otros dos igualmente interesados en el hecho primaveral; algunas emisoras de radio, incluida la prima cojita de la Corporació, Catalunya Cultura, representada por la voz más sensual de las ondas nocturnas, Francesc Vila, alias Frankie Town; por estar, estaba incluso El triangle, que como acaba de aumentar a cinco páginas la sección de cultura, le llega, esperemos, incluso para hacer befa de lo lírico (que algunos de sus representantes bien se lo merecen).

Festival poético en Caixafòrum, la semana pasada. No estuvo TV-3, pero fue un éxito. La primavera poética ha llegado

Bien, pues a pesar de la ausencia del notario oficial de lo que por aquí se cuece (por cierto, ¿dónde debían estar las unidades móviles del canal catalán? ¿Entregadas a cubrir desde todos los ángulos la trascendental nominación del nuevo jefe?), la primavera llegó a Barcelona el pasado jueves, concretamente a las nueve de la noche, y exactamente en el auditorio del recién estrenado Caixafòrum, el nuevo templo de la modernidad cultural que todos ustedes deben haber visto hasta la saciedad en ese anuncio con que nos martillea desde hace semanas paradójicamente la televisión ausente. Los responsables de mercadotecnia de la entidad, que no destacan precisamente por su vocación lúdica (han desaprovechado la excelente oportunidad de bautizar la nueva sede con un regalo publicitario impagable, Caixaramona, en lugar de ese Caixafòrum al que, con un poco de sentido del humor, al menos hubiesen podido añadir esa 't' tras la 'r' que habría traicionado menos el espíritu de la casa), la presentaron como Festa Poètica: se trataba de dar el banderazo de salida a la temporada poética barcelonesa, aprovechando estos días de presentación en sociedad del nuevo recinto. De la temporada poética de primera división, se entiende, porque si bien es cierto que los recitales en bares y locales de todo pelaje no se interrumpen en todo el año, no lo es menos que los escenarios y los nombres de primera fila vienen y se van como las golondrinas, con el buen tiempo.

Como ustedes, lectores atentos, sin duda recordarán, en este diario (y otros igualmente interesados en el hecho poético) nos hemos pasado las últimas ediciones de la Setmana Poètica de Barcelona, que el Ayuntamiento celebra en mayo, preguntándonos el porqué de la enorme afluencia de público a los recitales de poesía. A partir de Caixafòrum ya no nos lo vamos a preguntar más: se da por descontado, del mismo modo que aceptaremos que la estación de las flores llegará con la convocatoria anual de esta entidad (digan lo que digan otras con menos disimulado ánimo de lucro). Así nos ahorraremos el estéril estupor ante imágenes inesperadas como la que se produjo en el vestíbulo de Caixafòrum el día del recital: cuatrocientos espectadores sentados ante una pantalla de vídeo porque las 370 localidades del auditorio se agotaron en el primer cuarto de hora de cola (y los organizadores, más duchos que los periodistas en cuestiones de sociología cultural, debían saberlo: ¿de dónde sacaron, si no, cuatrocientas sillas para los tardones?). No era para menos: ahí es nada, disfrutar en una misma sesión de la brillantina de Luis Alberto de Cuenca y la bandera negra de David Castillo (quienes, por cierto, tras la cena se marcharon juntos, pareja contra natura donde las haya), o de la policromía de Luis Antonio de Villena al lado del traje y corbata a juego de Jaime Siles. Por no hablar de las explosiones verbales de Manuel Rivas (medio afónico por culpa del Depor), Enric Casasses y Bernardo Atxaga, o del magnetismo de un José Hierro aún convaleciente y el hieratismo subversivo de Palau i Fabre. Completaban el cartel Vázquez Montalbán, Antoni Marí, Feliu Formosa, García Montero y Narcís Comadira, dando pie al otro gran debate del asunto (el de la cuota femenina) en el que a partir de ahora, por improductivo, tampoco vamos a incurrir.

Y si el aperitivo fue aplaudido, más todavía la cena propiamente dicha, ahora ya en petit comité. Como a menor número de oyentes más interesantes son las cosas que se dicen, ahí va una muestra de lo que nos reveló la responsable de La Caixa para asuntos líricos, Salomé Serna (quien en la presentación del acto tuvo el detalle de recordar a dos de los poetas participantes en ciclos anteriores fallecidos recientemente: José Agustín Goytisolo y Andreu Vidal): que, a pesar de todo, La Caixa no tiene ninguna intención de cobrar entrada por este tipo de recitales, al menos de momento; que la cosa funciona y da frutos de muchos tipos, como lo demuestra la antología que Manel Guerrero publicó el año pasado a raíz del ciclo poético titulado Sense contemplacions; que la fundación trata muy bien a los poetas desde el punto de vista del caché, lo que es motivo de enfado por parte de más de uno de los que no son invitados; y, para que no todo fuesen flors i violes, que el bar de Caixafòrum es frío y soso y habrá que encontrar la manera de darle vida. También supimos algunas cosas relacionadas con las visitas de la familia real, los políticos que se pegan a ella para salir en la foto y las cloacas llenas de polis, pero todo bajo secreto de sumario. Por lo que respecta a TV-3, en la sección de cultura del TN del día siguiente dio teatro.

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