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Defensa ensayó sin éxito cómo evitar un ataque en Madrid como el del 11-S

El ejercicio 'Jointex DA-01' demostró que no da tiempo a interceptar un vuelo desde Barajas

En la última semana de noviembre, menos de 50 días después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono de los que hoy se cumplen seis meses, las Fuerzas Armadas españolas realizaron uno de sus habituales ejercicios de defensa aérea. En esa ocasión, sin embargo, se introdujo una hipótesis sin precedentes: un avión de pasajeros con destino a Barajas se desvía de su ruta poco antes de aterrizar y se dirige hacia Madrid con el objetivo de estrellarse en el centro de la ciudad. Se trataba de evaluar si había tiempo suficiente para que un caza salido de Torrejón lograse interceptarlo.

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En el ejercicio Jointex DA-01 (Ejercicio Conjunto de Defensa Aérea 2001) participaron el Mando Aéreo de Combate del Ejército del Aire y el Mando de Artillería Antiaérea del Ejército de Tierra, entre otras unidades de las Fuerzas Armadas. Se desarrolló en toda España, pero tuvo su centro neurálgico en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid). El objetivo era poner a prueba las medidas de protección frente a 'amenazas asimétricas'; es decir, un ataque aéreo no convencional. Con las imágenes de Nueva York y Washington todavía frescas, la opción elegida fue el secuestro de un avión comercial por parte de pilotos suicidas.

En un momento dado del ejercicio, los dos cazas F-18 que se encontraban en scramble (alerta) en Torrejón fueron avisados de que un avión se había desviado de su ruta, no respondía a las órdenes de los controladores y se dirigía hacia Madrid. En teoría, el primero de los cazas debía estar en el aire cinco minutos después del aviso, aunque en la práctica un F-18 necesita algún tiempo más para tener a punto sus sistemas inerciales. La velocidad máxima de un F-18 es de casi 2.000 kilómetros por hora, el doble que la de los Boeing 757 empleados como misiles el 11-S.

Pero la distancia de Barajas a la capital es demasiado corta: apenas 14 kilómetros hasta la Puerta del Sol en línea recta. Es decir: un minuto de vuelo. Cuando el caza llegó al lugar donde debía encontrarse el hipotético avión comercial, éste ya se había estrellado. Supuestamente, pues en la realidad nunca se desvió de su ruta.

Patrulla de cazas

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El ejercicio confirmó lo que los mandos militares sospechaban: es casi imposible interceptar a un avión que sale o llega a un aeropuerto propio y se dirige a una ciudad contigua. La defensa aérea está diseñada para hacer frente a un ataque desde el exterior, no interno. Sólo hay una forma de interceptarlo: mantener permanentemente en vuelo una patrulla de cazas. Es lo que hizo el Pentágono tras el 11 de septiembre en Nueva York o Washington. Pero esta medida agotaría el presupuesto del Ejército del Aire español en pocas semanas.

La alternativa es situar misiles antiaéreos junto a los objetivos críticos para protegerlos. Por eso el Mando de Artillería Antiaérea, que tiene un estudio de los emplazamientos donde colocaría sus baterías, participa en este tipo de ejercicios, aunque no despliegue sus unidades en las ciudades. Sólo lo haría en caso de crisis aguda o riesgo de ataque inminente. Una situación que no se daba el 11-S en Estados Unidos.

Y es que el mayor problema que plantea el uso de aviones comerciales como misiles no es técnico. ¿Qué haría el F-18 si lograse alcanzar al supuesto B257 y su piloto no atendiera a las órdenes? Las ADROES (Reglas de Enfrentamiento de Defensa Aérea) permiten disparar contra una aeronave cuando realiza 'actos hostiles'. Se entienden por tales, por ejemplo, el lanzamiento de bombas o de paracaidistas de un Ejército enmigo. Pero ¿cuál sería el acto hostil de un avión comercial? ¿cuándo y cómo se tendría la certeza de que va a estrellarse deliberadamente contra un objetivo? El protocolo al Convenio sobre Aviación Civil Internacional que entró en vigor el 1 de octubre de 1998 y España no ha denunciado dice taxativamente: 'Todo Estado debe abstenerse de recurrir al uso de las armas en contra de las aeronaves civiles en vuelo y, en caso de interceptación, no debe ponerse en peligro la vida de los ocupantes de las aeronaves ni la seguridad de éstas'.

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