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Un seleccionador contra todo su país

La 'torcida' se desgañita en favor de Romario, pero Scolari sigue sin citarle aunque le llamen 'burro'

Un entrenador -en Brasil se dice técnico- tiene que acostumbrarse a escuchar referencias explícitas y ni un poco elogiosas sobre su progenitora, además de consejos implícitos y no exactamente técnicos sobre el uso de determinada parte de su anatomía física. Acostumbrados a esos avatares, lo más ofensivo a un técnico brasileño es ser llamado 'burro' por un coro unísono y multitudinario mientras su equipo está en una cancha.

Luis Felipe Scolari, actual técnico de la selección, logró una nueva vía de ser masacrado. Cuando el equipo nacional entra en la cancha, cualquier cancha, lo que se oye, alternándose con 'burro, burro', es un grito unísono: 'Romario, Romario'. A cada jugada de la confusa y siempre mutante selección armada por Scolari, el nombre del delantero del Vasco da Gama, único ídolo efectivamente carismático del fútbol brasileño en la actualidad, suena como trueno. Y Scolari, nada. Terco como una mula, insiste en no convocar al bajito.

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En Brasil ya nadie pierde el tiempo discutiendo el absurdo de no tener a estas alturas la lista de los que irán al Mundial. La increíble cantidad de jugadores probados por Scolari en los últimos siete meses se hace más llamativa al observar los resultados: 14 partidos anodinos, nueve victorias insulsas, cinco derrotas dispensables, y un equipo sin formar.

Y a todo eso, Romario permanece en boca de todos. El propio presidente del país, Fernando Henrique Cardoso, consultado sobre las frecuentes crisis políticas de su Gobierno y sobre la formación del nuevo equipo ministerial, se limitó a decir que lo único concreto es que quiere a Romario, no en el ministerio, pero sí en la selección.

Esa unanimidad jamás vista a lo largo de la historia de las selecciones brasileñas parece insuficiente para Scolari, pero ha sido más que suficiente para que la Coca-Cola prorrogara el contrato del jugador, que protagoniza una de las campañas más oportunas de la publicidad brasileña. '¿Quién ha dicho que no voy a Japón?', pregunta él, muy pícaro, en un anuncio, para luego agregar: 'Coca-Cola me llevará al Mundial, y tú puedes venir conmigo'. Basta con ganar un sorteo, desde luego.

A los 36 años, Romario ya no tiene el juego que tenía hace ocho, cuando se tornó el adalid de la conquista del tetracampeonato por Brasil. Pero nadie se atrevería a negar que se trata del más eficaz goleador en activo en el país que ama los goles por encima de cualquier otra cosa.

Tostão, héroe del 70 y uno de los mayores atacantes de la historia del fútbol brasileño, resume todo en una sola frase: 'Romario es un capítulo aparte. Hoy día, él juega un 30% de lo que solía jugar. Pero, aun así, es el mejor de todos'. Uno de los desafectos más notorios del jugador, el ex entrenador que lo cortó de la selección hace cuatro años, Zagallo, es claro: 'Yo lo convocaría, sin ninguna duda'. Vale aclarar que los dos no se hablan, y que Zagallo ha demandado al jugador por difamación.

En el debate ha intervenido hasta la Confederación Brasileña de Fútbol. Su presidente, Ricardo Texeira, almorzó hace unos día con Romario y luego se reunió con Scolari. Nada fue dicho, pero la sonrisa llena de orgullo del bajito y la cara de malas pulgas de Scolari ha sido una señal bastante clara de que el ídolo estará en Japón, y no exactamente bebiéndose una Coca-Cola.

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