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Crónica:La jornada de Liga | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El líder gana a lo grande

El Valencia necesitó sacar lo mejor de sí mismo para derrotar con muchas dificultades a un Sevilla muy áspero

El Valencia sacó lo mejor de sí mismo para derrotar a un Sevilla incomodísimo que mantuvo el choque en ascuas hasta el último suspiro. El equipo de Benítez, más ofensivo que nunca, dio un recital de fútbol y fue muy superior a su rival, pero sudó tinta para salvar la roca sevillista, que ofreció escasas grietas. El técnico madrileño del Valencia se atrevió con un solo medio centro -un fortísimo Albelda- y dos delanteros -Sánchez y Carew- y a fe que la grada se lo pasó pipa. También Aimar, que volvió a ser, en su demarcación predilecta, la de media punta, una caja de sorpresas. Sobre todo, para sus marcadores, que no supieron cómo atajarlo. Ni siquiera a golpe de hachazo. Es casi etéreo el media punta argentino. Aimar cerró otra notable actuación con un magnífico pase en profundidad que acabó en uno no menos delicioso remate de Angulo: suave y cruzado ante la salida de Notario. Un Notario, por cierto, que fue el mejor del conjunto sevillista, que llegó con el empate metido entre ceja y ceja. Dispuesto a conseguirlo de cualquier manera. En una tarde festiva -las Fallas están encima-, Mestalla vivió un ambiente parecido al de 1971, cuando Di Stéfano y sus chicos ganaron la última Liga y el público empujaba a aquellos jugadores capitaneados por Claramunt hacia la victoria. Este aroma fue el que se respiró ayer en Mestalla.

VALENCIA 2| SEVILLA 0

Valencia: Cañizares; Curro Torres, Ayala, Pellegrino, Carboni; Rufete (Angulo, m. 62), Albelda, Kily González (Mista, m. 79); Aimar; Sánchez (Fabio Aurelio, m. 78) y Carew. Sevilla: Notario; Njegus, Pablo Alfaro, Prieto, David; Gallardo (Francisco, m. 54), Víctor Salas, Casquero, Fredi (Juanmi, m. 46); Reyes y Nico Olivera (Toedtli, m. 62). Goles: 1-0. M. 65. Remate cruzado de Kily González que cabecea a bocajarro Sánchez. 2-0. M. 90 (+). Gran pase en profundidad de Aimar a Angulo, que bate a Notario con un toque cruzado y suave. Árbitro: Muñiz Fernández. Expulsó a Víctor Sala (m. 66) por doble tarjeta amarilla y a Angulo (m. 90 (+) también por doble cartulina. Amonestó a Prieto, Notario, Kily González, Olivera, Njegus y Francisco. Unos 50.000 espectadores.

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Para un día que el Valencia se decide a jugar con ambición y buen gusto, le toca enfrente el rival más áspero de los que le han visitado este curso. Un Sevilla con algunos buenos futbolistas, Casquero y Reyes especialmente, y otros mediocres, pero todos al servicio de una causa: destruir cualquier atisbo de fútbol que se les ponga por delante. Su empeño es realmente innegable. Su disciplina, militar. Y su cancerbero, Notario, un excelente portero, lleno de reflejos y de habilidad.

De modo que, como quiera que el líder tampoco es de los que se arruga -pregunten por Ayala-, el partido tenía todas las papeletas para convertirse en una batalla campal. Y lo fue en muchos instantes. Eso, a pesar de que el Valencia empezó como un tiro, dispuesto a dar un baño al Sevilla. Así fue durante un rato, pero el líder perdió entusiasmo a medida que el muro sevillista y las decenas de faltas de sus jugadores iban cortando el hilo al partido, más tiempo parado que en movimiento.

El problema valencianista en el primer acto fue que su ataque se quedó tuerto. Fue casi siempre por la izquierda, aprovechando la corriente que abrían Kily González, Aimar y Carboni, los tres en un gran momento, pero se encerró demasiado en ese costado, sin capacidad para conectar con el otro. Entre otras razones, porque Curro Torres apenas traspasaba la línea del centro del campo. La llegada de Rufete se hizo muy previsible, también debido a que David anduvo rapidísimo en el corte. Los delanteros aportaron poco. Ni Sánchez ni Carew supieron rasgar la defensa visitante.

El Sevilla, por su parte, apenas mostró inquietudes ofensivas. El joven Reyes a duras penas esbozó algún detalle de su inmensa calidad. También Casquero sugirió ser un medio centro interesante. Pero la única aproximación sevillista en este periodo fue un cabezazo hacia atrás de Pellegrino que sobrepasó por arriba a Cañizares y puso Mestalla en vilo.

Benítez advirtió el error en el descanso y ordenó cargar el juego por la derecha en el segundo tiempo. Curro Torres traspasó la divisoria y Rufete se cansó de llegar hasta la línea de fondo y centrar. Sin éxito. No estuvo fino el interior derecho alicantino, reemplazado después por Angulo. De hecho, el Valencia atacó mucho más de lo que remató, puesto que no encontraba el momento.

Carboni, sí. Carboni sí que lo encontró. Supo siempre lo que quería. Se exhibió por el carril izquierdo, pegadito a la grada de tribuna y provocando que los aplausos de esa zona echaran humo. El lateral izquierdo italiano mantuvo a raya con una velocidad y una potencia descomunal el pretendido contragolpe sevillista, que al final no existió.

Así hasta que en el enésimo ataque del líder le cayó el cuero botando a Kily. Éste golpeó cruzado y Sánchez, que pasaba por allí, cabeceó a gol. Ése es Sánchez, que puede estar ausente gran parte del encuentro, pero al que le basta un instante de inspiración para decidirlo.

Ni siquiera entonces, con el marcador en contra, pareció inmutarse el Sevilla, que no modificó ni un ápice su apuesta conservadora. Mestalla empezó entonces a pasárselo en grande. A disfrutar de los pequeños detalles. De los de Aimar, por ejemplo, siempre dispuesto a sacar algún conejo. Sin embargo, la expulsión de Salas, lejos de afianzar la propuesta del líder, le puso nervioso. Le volvió a romper el discurso. Y el Sevilla buscó sacar partido de los balones aéreos, aunque sin convicción. Aparecieron espacios y con ellos Aimar puede llegar a recrearse. Un pase de 10 metros, otro de 50, hasta que vio el desmarque de Angulo y le envió un balón mágico. Y el interior derecho asturiano, que había sido visto con recelo por la grada, resolvió con idéntica clase.

JOSÉ JORDÁN

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